Agomelatina inaugura la familia de los antidepresivos melatoninérgicos

El fármaco presenta menos recaídas y efectos adversos que otros antidepresivos

| 2009-10-16T19:41:00+02:00 h |

Irene Fernández

Madrid

Desde primeros de octubre está a disposición de los pacientes españoles Valdoxan (agomelatina DCI), un nuevo tratamiento antidepresivo desarrollado y comercializado por Laboratorios Servier que utiliza un mecanismo de acción innovador a través de la vía melatoninérgica. Agomelatina, el primer antidepresivo melatoninérgico, surgió como una alternativa terapéutica más allá de la teoría monoaminérgica, habitual en el resto de fármacos para esta indicación. A diferencia de los actuales antidepresivos, Valdoxan, sigue la hipótesis de la restauración de los ritmos circadianos, alterados en la depresión, y actúa mediante su resincronización.

Los buenos resultados de su evaluación clínica despejan toda duda. Su eficacia y seguridad, estudiada en un programa clínico que abarcó a un total de 5.800 pacientes adultos, tanto en estudios frente a placebo como comparativos con sertralina DCI, fluoxetina DCI y venlafaxina DCI, fue muy alta. Desde la primera semana de tratamiento, los pacientes experimentaron una mejoría clínica.

Además, este nuevo medicamento ha demostrado ser eficaz independientemente de la gravedad de los síntomas y ha reducido significativamente a largo plazo las recaídas. En concreto, ocho de cada diez pacientes que tomaron agomelatina estuvieron libres de recaídas a lo largo del seguimiento realizado.

Sin efectos adversos graves

Pero este producto no sólo actúa rápidamente sobre los síntomas de la depresión, también posee “un bajo riesgo de efectos secundarios importantes”, lo que provoca “una mayor adherencia al tratamiento”, tal y como aseguró Ángel Luis Montejo, especialista del Hospital Clínico Universitario de Salamanca. Y es que, este antidepresivo ni afecta a la función sexual, ni modifica el peso corporal, y ofrece un perfil de tolerancia favorable. Algo que no sucede, según él, con otros fármacos, que pueden llegar a afectar a la salud sexual “hasta en un 80 por ciento de los casos”.