Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’
Puede que los efectos del machetazo a las arcas de los laboratorios y las farmacias representen este año algún alivio para las maltrechas cuentas de las consejerías sanitarias. Y es posible también que los draconianos recortes de sueldos en el sector echen otro capote a los sufridos consejeros. Se trata en ambas circunstancias de partidas de gasto que menguan o, en el peor de los casos, que crecen mucho menos que en ejercicios anteriores. Aunque no es suficiente. La sanidad española está infrafinanciada. Lo ha estado siempre, incluso en las lejanas épocas de bonanza económica, pero este año va a estarlo aún mucho más. El resultado es tangible y objetivo. Lo ha medido la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (Fadsp) por medio de un exhaustivo análisis en el que se refleja a las claras la dura acometida que está sufriendo uno de los principales pilares del Estado de bienestar bajo un gobierno que, paradójicamente, se autodenomina “progresista”. En total, las administraciones públicas del conjunto del Estado dedicarán 55,37 euros menos por persona al año para costear sus necesidades sanitarias. El esquema es sencillo: el SNS dedicará este año 1.288,58 euros a estos menesteres por cada individuo, frente a los 1.343,95 del pasado año. Las conclusiones son muy fáciles de obtener. Si en 2010 la mayor parte de las autonomías empezaron a agotar tras el verano sus fondos para realizar pagos elementales a proveedores, laboratorios, farmacias y trabajadores, ¿qué ocurrirá en el presente ejercicio, con menos dinero en las arcas? Como apunta la propia Fadsp, organización nada sospechosa de exacerbar sus críticas hacia el Ejecutivo socialista, la cosa vuelve a pintar fea, más fea incluso que en el pasado año.
El análisis de los datos recabados por esta federación muestra también, con toda su crudeza, otro problema que se ha ido agudizando durante los últimos seis años en España sin que nadie le haya puesto remedio: el de la falta de cohesión y de equidad en el SNS. Es cierto que el vigente modelo de financiación no contribuye precisamente a resolver este lastre, pero también lo es que ni Pedro Solbes primero, ni Elena Salgado después, ni por supuesto ninguno de los cuatro ministros de Sanidad que ha tenido hasta ahora el PSOE han hecho nada para limar el desequilibrio. Como se demuestra ahora, de los polvos de la patética conferencia de presidentes que se celebró hace años para dirimir el tema vienen ahora estos lodos. Los datos revelan, por ejemplo, que el País Vasco destinará 1.563,68 euros a financiar la sanidad de cada uno de sus ciudadanos. Baleares, por contra, apenas reportará 1.003,32. La brecha entre ambos territorios es de 560,36 euros. Una brecha que se consolida año a año y que afecta también a otros territorios, generando ciudadanos de primera y de segunda en la sanidad. Los recortes afectan además especialmente a algunos feudos. El caso más claro es Canarias, en donde el presupuesto baja un 12,3 por ciento. Un golpe, en definitiva, insostenible, para un sistema no perjudicado precisamente por el fantasma de la privatización, sino por el de la miopía gubernamental.
Preguntas sin respuesta
¿A qué presidente autonómico socialista ha designado el propio José Luis Rodríguez Zapatero como primus inter pares, encomendándole la tarea de atemperar las embestidas de las autonomías progresistas contra los laboratorios?
¿Qué hombre de apellido Vallés se ha convertido en el gran objetivo a conquistar por parte de los laboratorios, para frenar también esas acometidas autonómicas?
¿Qué patronal desató el enfado de varios de sus asociados al premiar a la empresa del que fue su principal dirigente el pasado año?
¿Qué gol por toda la escuadra le han colado a José Zamarriego delante de sus propias narices?