El sector sabe que después del palo viene la zanahoria y que, tras ésta, vuelve el palo
| 2010-09-17T17:25:00+02:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

La industria farmacéutica no termina de fiarse del Gobierno, pese a las múltiples muestras de afecto que le están prodigando en los últimos tiempos algunos de sus miembros. No lo hizo cuando Trinidad Jiménez se avino a acudir en persona a la asamblea de Farmaindustria para templar ánimos tras el ‘tijeretazo’. Tampoco lo hizo tras los múltiples llamamientos a la calma que la cúpula de la patronal intentó trasladar a directivos de compañías después de recibir el último golpe y concretar su reparto, y no lo hace ahora tampoco, pese al sorprendente encuentro entre José Luis Rodríguez Zapatero y la dupla Jiménez-José Martínez Olmos con Jesús Acebillo, Humberto Arnés y el resto de los representantes de la industria extranjera y española. Las operaciones de contracción de gastos están en marcha, y poco va a contribuir a difuminarlas el anuncio de un marco estratégico del sector que el presidente del Gobierno esbozó y el secretario general de Sanidad concretó después del encuentro. Las palabras, como las contrapartidas por el compromiso por la investigación y el empleo, se las termina llevando siempre el viento. Todo el mundo sabe que después del palo llega la zanahoria. Y que después de ésta, termina llegando otra vez el palo.

Es cierto que numerosas compañías han terminado encontrando en el Ministerio de Sanidad el aliado inesperado. Gracias a la dupla Jiménez-Martínez Olmos, por ejemplo, la bajada de precios se convirtió en un simple ‘descuentazo’, y no se produjo un efecto dominó en toda Europa. Gracias a ella, la merma de beneficios se distribuyó convenientemente entre otros sectores afines al medicamento, y gracias también a ella algunas compañías van a ser capaces de aguantar a duras penas el golpe esbozado por Elena Salgado y podrán salvar la cara al menos este año, merced a la concesión ultrarrápida de algunas licencias o la fijación de unos precios sorprendentemente altos para lo que se estila en Europa.

A pesar de ello, y a las proclamas sobre un “procedimiento de trabajo abierto que permita avanzar en el objetivo de que la industria en España sea una referencia internacional”, la mosca persiste. Algunos hechos concretos inducen al pesimismo y no abonan el entusiasmo en los líderes del sector, que están empezando a trasladar las miras de los recortes sufridos en el patrocinio de eventos, la presencia en congresos y la apuesta por las publicaciones, amén de recortes laborales que hace seis meses se antojaban imposibles. El recelo se centra en Salgado y en que Economía vuelva a actuar. También se enfoca en algunas áreas de Sanidad, que han vulnerado la promesa no escrita con Farmaindustria de que no se producirían bajadas sorpresas de precios tras el ‘tijeretazo’. Y llegan, asimismo, del lado autonómico, en donde no hay día que transcurra sin que una comunidad obligue a los médicos a recetar genéricos baratos en vez de fármacos de marca (casos de Castilla-La Mancha y el País Vasco), o en el que no se divulguen nuevas iniciativas como la factura sombra de los medicamentos para concienciar sobre el gasto, como en la Comunidad Valenciana.