El sector se encamina hacia la bancarrota, a pesar de los augurios que hacían grandes prebostes
| 2011-01-28T15:51:00+01:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

Dice el refrán que en este mundo no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y la verdad es que va que ni pintado para describir el momento que atraviesa la sanidad española. Hace alrededor de dos años, los altos cargos del Ministerio de Sanidad y de la mayor parte de las consejerías autonómicas, muchos gestores y algunos supuestos gurús de la Economía de la Salud negaban rotundamente que el sector fuera a encaminarse, directo, hacia la bancarrota. Alguno se jactaba incluso del amarillismo de tal afirmación, y esgrimía que también en momentos pasados hubo déficit, retrasos en los pagos y problemas financieros serios. El tiempo, decían, bastará por sí mismo para corregir los desajustes. Ahora, bajo los efectos de la crisis, el discurso de estos prebostes empieza a modificarse, sin que ello implique que muchos den aún todo su brazo a torcer. Donde dije digo, digo Diego, y donde no había riesgo de colapso, empiezan a atisbarse momentos difíciles que avecinan tormenta. Poco más sale, sin embargo, de sus bocas. Pese a su tímido viraje, la mayoría vuelve a errar el tiro, al seguir menospreciando la dimensión de la bola de nieve que se le viene encima a la Sanidad en su conjunto.

No. Las decisiones dirigidas a restringir el acceso a los fármacos en comunidades como Andalucía y Galicia no constituyen hechos aislados o disparatados, ni son producto sólo de las ocurrencias de dirigentes políticos sátiros y enemigos de los laboratorios o las farmacias, por mucho que vulneren las competencias básicas del Estado en esta materia y constituyan una afrenta para la innovación y la labor de los boticarios. Representan únicamente las primeras reacciones duras ante la evidencia de que el sistema se halla en quiebra. Tras ellas, habrá más y serán mucho más severas. Y todas se producirán a la vuelta de pocos meses en el ámbito autonómico y en el estatal. ¿Habrá un nuevo ‘tijeretazo’? Cuenten con ello.

En un ejercicio de transparencia posible sólo tras un cambio de Gobierno, el nuevo Ejecutivo catalán ha dado ya el aviso de por dónde irán los tiros, al reconocer que apenas tendrá fondos para afrontar su actividad durante un par de meses. Los límites al endeudamiento y a la obtención de más préstamos bancarios van a llevar de entrada al Ejecutivo de Artur Mas a recortar su gasto público en 4.000 millones de euros. Obviamente, la sanidad se encuentra entre los objetivos de CiU para obtener ahorros y poner coto al despilfarro cometido en la gestión del tripartito. En el resto de los territorios sucederá otro tanto. Feudos menos lastrados por dicha herencia aguantarán más. Pero poco. Si en 2010 los fondos se agotaron a la vuelta del verano, este año el estallido generalizado se producirá en junio, julio o agosto, dependiendo de la región. Después de dichos meses, las arcas volverán a estar vacías, sin que existan ya conejos en la chistera financiera para salvar el ejercicio. Llegan tiempos duros. Los más duros de la crisis. Y pese a lo que digan los que nada quieren ver, la bola de nieve crece y crece, y va a tener un efecto arrollador sobre el sector.

Preguntas sin respuesta

¿Qué patronal mostró sus quejas a una persona de Moncloa por la campaña de genéricos del Ministerio de Sanidad? ¿Por qué divulgó Sanidad que la ponía en marcha para incentivar estos productos, cuando lo hizo sólo para gastar un remanente de fondos en su poder?

¿Qué personaje del sector farmacéutico recaba en secreto información sobre el funcionamiento de una institución y de todos sus miembros?

¿Qué consejero socialista está evaluando el impacto que tendría en su comunidad la subasta andaluza y ha entablado ya contactos con los farmacéuticos para sondear su opinión al respecto?

¿En qué patronal se ha restaurado la calma después de tres meses de nerviosismo?