La ministra de Sanidad pondrá encima de la mesa del Gobierno proyectos legislativos y decretos
| 2010-04-23T15:07:00+02:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

La ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, ha dado orden a su ministerio de que se desperece. Después del letargo inducido durante el mandato de Bernat Soria, y de unos primeros meses marcados por la lógica toma de contacto y por la súbita alerta mundial de la gripe A, la máxima responsable de la Sanidad española está achuchando a todos sus altos cargos para que empiecen a poner proyectos legislativos y decretos encima de la mesa del Gobierno. La meta es que los viernes dejen de ser un campo yermo en el Consejo de Ministro, en lo que a asuntos sanitarios se refiere, y no vuelva a repetirse el vacío normativo que se produjo con su antecesor, ante un José Luis Rodríguez Zapatero que por aquel entonces no daba crédito ante tanta parsimonia. El pistoletazo de salida se ha producido tras el ‘decreto-truco’ contra la bancarrota sanitaria, conocido también como la “norma bien queda”, aunque estaba ya apuntado tras la remodelación ministerial que convirtió al secretario general José Martínez Olmos en el verdadero guardián de las llaves del Paseo del Prado, en detrimento de la subsecretaria Consuelo Sánchez Naranjo, muy de capa caída. Fruto de ello es la inusitada actividad en materia farmacéutica, con la regulación relativa a las especialidades publicitarias, las reestructuración interna que otorga más poder al área de Trasplantes que comanda Rafael Matesanz, la desconocida agitación que vive la Dirección General de Recursos Humanos de la mano de la troncalidad, las convalidaciones y el MIR, y la súbita visibilidad que cobra la Dirección General de Salud Pública, el área de la que la ministra espera obtener el mayor rédito mediático, como ya tratara de hacer Elena Salgado.

Al margen de la cacareada Ley del Tabaco, cuya rentabilidad de imagen para Sanidad parece no tener límite, y que la ministra pretendía llevar al Parlamento en mayo, sin caer en la cuenta de que no había tiempo para culminar a tiempo la redacción, el Paseo del Prado agita también la Ley de Salud Pública y la polémica estrategia de Salud Sexual y Reproductiva, esa que Sanidad tuvo que retirar del penúltimo pleno del Consejo Interterritorial por sus polémicas e incomprensibles alusiones al cibersexo y al bienestar social de las relaciones placenteras. La culminación de la primera de las normas medirá el verdadero peso de Jiménez en el Gobierno, y sus posibilidades de ascender a una vicepresidencia junto son Salgado, pues en manos de la superministra económica está tumbar o no, por aumento de gasto, la medida estrella: la nueva Agencia Estatal de Salud Pública, un organismo autónomo sujeto al derecho público que incorporaría a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, varios centros y laboratorios del Instituto Carlos III, la Sanidad Exterior y la parte técnica de la Dirección de Salud Pública. La inusitada actividad de Sanidad no debería ser noticia, sino un síntoma de normalidad. Sin embargo, a la vista de la experiencia, resulta más que indicativo de los movimientos que podrían producirse en el Gobierno al término de la Presidencia española de la UE. Movimientos en cuyas quinielas para el ascenso aparece siempre la hoy ministra de Sanidad.

Preguntas sin respuesta

¿Hubo un pacto entre Humberto Arnés/Jesús Acebillo y José Martínez Olmos previo al decreto contra la bancarrota para hacer ver que los laboratorios iban a ser esquilmados cuando no era cierto, haciendo así aparecer a los primeros como salvadores y al segundo como ‘el hombre al que no le tiembla el pulso’?

¿Por qué quiso adquirir Juan José Rodríguez Sendín la plataforma promovida por Máximo González Jurado para desarrollar la prescripción enfermera?

¿Qué altísimo cargo del ministerio se evalúa en secreto con la prueba de capacitación en primaria diseñada por Semergen?

¿Qué affaire causó más de un chascarrillo en una conocida patronal?