La cohesión sanitaria no existe y vemos como el SNS se encamina hacia la fragmentación definitiva
| 2009-01-11T18:00:00+01:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

Si alguien tenía alguna duda de que la cohesión sanitaria en España simplemente no existe, y de que el SNS se encamina derecho hacia su fragmentación definitiva en 17 islas inconexas y a la deriva, los presupuestos sanitarios de las autonomías para este año se la despejarán en un momento. De acuerdo con los últimos datos recabados por la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (Fadsp), las diferencias del gasto per cápita proyectado para 2009 alcanzan los 448 euros entre la comunidad que más destina a sanidad, el País Vasco, que dedica 1.607 euros por persona al año, y la que menos invertirá en este terreno, la valenciana, que presupuesta 1.158 euros por paciente. La inmensa brecha detectada va, sin embargo, más allá de estas cifras, pues resulta lógico que esta última comunidad tenga que invertir algo menos al encontrarse en una posición de partida mucho más alta que otros feudos, como le sucede a Madrid, que destina 1.170 euros por persona. Para comprender en su justa medida el enorme diferencial que se está abriendo en España y las razones de que se esté configurando una sanidad de primer nivel y otra de segundo, hay que acudir a las cifras de gasto presupuestadas por comunidades históricamente deficitarias o menos pudientes en esta área. El caso de Castilla-La Mancha resulta paradigmático, pues invierte este año 225 euros menos por enfermo que el País Vasco, pese a encontrarse a una distancia sideral del mismo en inversiones nuevas y de reposición, y en retribuciones. En total, la consejería de Fernando Lamata destina 1.381 euros, por lo que el ex secretario general del ministerio tendrá que hacer milagros si no quiere que su territorio sea víctima de la dispersión geográfica y quede finalmente descolgado del grupo de cabeza. Otros casos parecidos son el de Galicia, que apenas dedica 1.366 euros —se entiende, además, que ha hecho un gran esfuerzo por tratarse de un año electoral—, y el de Castilla y León, que consigna un gasto de 1.335 euros. Llamativos son también los casos de Andalucía y Cataluña, feudos que, pese a los retrasos en el pago a proveedores o los agobios financieros que arrastran, se encuentran a la cola de los presupuestos para el presente ejercicio.

Con todo, lo más preocupante es el raquítico incremento de fondos que recibirá a nivel global la sanidad en 2009. En concreto, será de un 2,6 por ciento en el conjunto de las autonomías, subida que se antoja insuficiente ante factores como el mayor crecimiento que sufrirá la inflación, el alza que experimentarán los salarios en la Administración tras negarse el Gobierno a congelarlos, la merma de la recaudación impositiva que sacudirá a los servicios de salud por culpa de la crisis económica, y el previsible aumento por encima de dicha franja que registrará el gasto farmacéutico. No es de extrañar por ello que con tales cifras, haya ya consejeros de Sanidad de varios partidos que pronostiquen la insostenibilidad del sistema y su futuro estallido si no hay una inyección financiera extra. No conviene olvidar tampoco que España sigue estando a la cola de Europa en el porcentaje del PIB que dedica a sanidad.

¿Qué miembro de una fundación ligada a un Colegio de Médicos dimitió porque se le pidió educadamente que maquillara las cifras contables? ¿Quién ha puesto precio a la cabeza de Guillermo Sierra?

¿Cuántos trabajadores fueron despedidos por el Colegio de Médicos de Madrid, recibieron su finiquito y luego fueron contratados con el mismo sueldo que cobraban por la fundación que depende del colegio?

¿Qué organización científica atraviesa por una grave situación económica y carece de fondos para realizar actividades?

¿Organizará a partir de ahora la Comisión Deontológica actividades “solidarias” en Nicaragua? ¿Vetará el desvío de pacientes desde las consultas públicas a las privadas?