Se equivocan los que, víctimas de un optimismo antropológico, piensan que lo peor ya ha pasado
| 2011-09-23T16:15:00+02:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

Los que piensan que el sector sanitario respirará tranquilo durante unos meses tras los últimos recortes estivales ejecutados por el Gobierno se equivocan. La situación sigue siendo crítica, muy crítica. Puede incluso que más que en agosto, cuando los tiburones financieros dispararon el riesgo de España hasta cotas históricas, aprovechándose al máximo de nuestra debilidad económica. La nefasta gestión de la crisis, la lentitud y la tibieza a la hora de tomar medidas, y la miopía de un Ejecutivo que pide permiso a los sindicatos afines cada vez que tose abocan ahora a otro otoño verdaderamente negro. Tan negro, que los ahorros previstos con el nuevo paquete de ajustes sanitarios quedará en nada. Serán simples migajas incapaces por sí mismas de apuntalar un pilar del Estado del Bienestar que lleva meses asomándose al precipicio. La radiografía de la situación es la siguiente: existe coincidencia plena en considerar que la Sanidad arrastra una deuda de 15.000 millones de euros, 2.000 millones más que los que dilapidó el Gobierno con sus dos absurdos planes E. La cifra parece alta, pero es alrededor de cuatro veces inferior al sobrecoste al que tendría que hacer frente nuestro país si la prima de riesgo se mantuviera en las cotas actuales durante el período de un año. ¿De dónde va a sacar España 60.000 millones si ni siquiera tiene 15.000 millones para poner en orden el Sistema Nacional de Salud, pagar a los proveedores, a los laboratorios y a las farmacias en plazo, y no pasar apuros con las nóminas de los trabajadores? El único camino que queda es simple: recortes, recortes y más recortes.

Por eso, se equivocan los que, víctimas de un increíble optimismo antropológico, piensan que lo peor ya no está por venir, o los que de forma electoralista mienten a los ciudadanos con el argumento de que es posible apuntalar el sistema sanitario público sin proceder a más recortes. Es mentira, por la simple razón de que no hay dinero para pagar el modelo vigente, bueno pero ineficiente, y porque Gobierno y oposición han cerrado la puerta del déficit para obtener recursos adicionales, en una decisión lógica y consecuente, dadas las circunstancias. Así pues, y ante la imposibilidad de cuadrar el círculo sanitario, solo queda abierto el camino de los ajustes. Ajustes severos que pasarán de nuevo, ya lo verán, por las nóminas de los trabajadores, las amortizaciones de plazas, el tijeretazo a los laboratorios y nuevos recortes a las farmacias, desfinanciación de medicamentos y modificación del catálogo de prestaciones para excluir las innecesarias. En las conversaciones que mantienen entre sí los técnicos de las comunidades ya se apuntan algunas de estas opciones. Tengan a buen seguro que también se externalizarán en régimen de concesión administrativa los nuevos hospitales. Es absurdo costear con dinero público las plasmaciones megalómanas de los políticos en feudos como, por ejemplo, Asturias o Castilla-La Mancha. Simplemente, porque no hay dinero para pagar los que serían los dos hospitales más grandes de España. ¿Había necesidad de tal dispendio en dichas comunidades? La respuesta es no. Ni necesidad, ni euros.

¿Cuántos días estuvo de vacaciones Leire Pajín, pese a la gravedad con que la crisis golpea la Sanidad?

¿Qué disciplina médica se convertirá en especialidad cuando las ranas críen pelo? ¿Qué sociedad científica afín al PSOE frena la creación de esta especialidad?

¿Qué ex dirigente sanitario popular busca acomodo en al área económica de un posible futuro gobierno de esta formación?

¿Qué personaje que le hace el juego al PSOE desde su organización aspira a ser diputado la próxima legislatura y ser luego ministro de Sanidad, en caso de que los socialistas vuelvan al poder dentro de cuatro años?