El balance de la cúpula de la Organización Médica Colegial (OMC) en los últimos meses es aterrador
| 2009-02-15T18:10:00+01:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

Si la crisis económica actual encierra una lección que no conviene olvidar es que detrás de ella subyace una crisis de valores sin precedentes en el último medio siglo. Se trata de principios etéreos sobre los que se asientan buena parte de los pilares de la sociedad, y cuyas premisas son las apariencias: la falta de asunción de responsabilidades en la comisión de errores, la especulación, el maniqueísmo o el olvido de la ética. Son valores que también impregnan la sanidad y que nos sirven para entender mejor la crisis por la que atraviesa y el negro túnel que tendrá que pasar hasta ver de nuevo la luz. El paradigma de esta situación crítica, de estos comportamientos a desterrar y de la necesidad de una catarsis purificadora que insufle aire al sector, lo constituyen las organizaciones sanitarias del ámbito médico. Nunca antes se hallaron en un lugar tan bajo, deshonrando la historia que les precede.

Tomemos como base la Permanente de la Organización Médica Colegial (OMC), ente que se mueve en un mundo idílico de dietas y prebendas mientras cientos de facultativos malviven con ‘contratos basura’ o huyen al extranjero en busca de las remuneraciones que aquí se les niegan. El balance de su cúpula en los últimos meses es aterrador: no logró ni una sola mejora profesional para sus representados; le negó la medalla a Miguel Carrero en una acción cicatera, provocando el rechazo de un buen número de ex presidentes de colegios de médicos; perdió claramente la batalla de la prescripción enfermera en territorios como Andalucía después de un cúmulo de declaraciones contradictorias e inexplicables; y plantó a sus compañeros de viaje en la visita al ministro Bernat Soria, provocando el sonrojo y el bochorno de la profesión. Pues bien, nadie dude, y aquí queda escrito, que algunos de los miembros de la permanente que acumulan tal bagaje serán dentro de algunos meses, a la vuelta de las elecciones de la corporación, los mismos que apoyarán la reforma del aborto y, posiblemente, la legalización de la eutanasia, que el Ejecutivo proyecta realizar. Ahí es nada. ¿Cabe mayor incongruencia y mayor muestra de los endebles pilares sobre los que se asienta el mundo médico en España?

El patrimonio de desaciertos no es exclusivo de la OMC, pues, de lo contrario, sus errores serían una anécdota, un grano en el desierto. Semfyc, la organización de primaria que veta a los laboratorios después de implorarles financiación, es otro ejemplo merecedor de varios artículos en EG. Pero el siguiente paradigma en importancia de la crisis de valores que azota el mundo médico y sanitario en España es el Colegio de Médicos de Madrid. Desde la victoria de Juliana Fariña en las urnas, su balance tampoco puede ser más desolador. Cambios estatutarios para dotar de más poder a la presidenta en una muestra de despotismo no precisamente ilustrado, gastos suntuosos proyectados en parking, librería o vocalías con labor desconocida, despidos inexplicables y un largo etcétera de actuaciones que los médicos de a pie no merecen, jalonan el proceder de la corporación. Como se ve, los cimientos sanitarios se derrumban por sí solos, explicando la crisis que atraviesa el sector.

¿Qué vínculos familiares existen entre el dircom de moda en la Sanidad y el secretario de un colegio de farmacéuticos, impulsor a su vez de un nuevo proyecto periodístico?

¿Qué vocal de un colegio de médicos es investigado por las Fuerzas de Seguridad del Estado por un delito aterrador?

¿Quién en Administraciones Públicas se sirve de Muface para hacer vendetta contra las farmacias por lo mal que se lo hicieron pasar?

¿Qué despido en el Colegio de Médicos de Madrid es nulo de pleno derecho?

¿Qué médico acumula el mayor número de bajas del Summa 112?