La actuación del Ministerio de Sanidad frente al H1N1 se puede calificar de ejemplar
| 2010-02-05T16:19:00+01:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

Aunque las reglas básicas del periodismo ordenan huir del decoro, el entreguismo y la loa genuflexa al poder político de turno, el honor a la verdad y el reconocimiento del trabajo bien hecho imponen un giro al discurso. Sobre todo, cuando ordas de oportunistas y aves de rapiñan sobrevuelan en busca de una presa a la que consideran fácil. Pues sí. Frente a lo que desde septiembre vienen pregonando maledicentes, anhelantes de subvenciones públicas y expertos del toro pasado, el Gobierno actuó muy bien ante la epidemia de gripe A que se cernía nuestro hemisferio y, desde luego, no hubo maridaje, cama redonda ni contubernio alguno de los altos cargos con la industria farmacéutica, que debe estar harta de ser siempre la protagonista de la teoría de la conspiración. Actuó muy bien Trinidad Jiménez en la que era su prueba de fuego, y actuó muy bien José Martínez Olmos, un bastión al que esa parte honesta del sector que afortunadamente aún queda no le podrá agradecer nunca lo suficiente su labor callada, sensata y leal. La política de diálogo y consenso que mantuvieron con partidos, autonomías y científicos fue crucial en un momento en el que la alerta y la psicosis de la población eran máximas. Ambos actuaron con sentido de Estado y demostraron que la Sanidad puede recorrerse por sendas diferentes a las del sectarismo, la demagogia y el interés partidista. Su labor sólo puede calificarse con un diez. Como con un diez hay que calificar la responsabilidad de la oposición y de las autonomías. Cuando lo fácil hubiera sido zarandear a un Gobierno malherido por mil y un errores, Ana Pastor y los consejeros populares tiraron también del carro y demostraron con hechos que con la salud pública no se juega. De quitarse el sombrero. Y actuaron honestamente, en fin, los laboratorios y Farmaindustria, porque una simple filtración interesada hubiera empujado a las autoridades a adquirir vacunas para el cien por cien de la población, como ocurrió en Francia, y no lo hicieron nunca. Demostraron que el negocio es compatible con la responsabilidad y el sentido del deber patrio, y que el filibusterismo nunca es rentable para las cuentas de resultados a medio y largo plazo.

¿Es cierto que ahora sobran vacunas? Pues sí, pero también lo es que en aquellos momentos cualquier medida parecía poca y que en Sanidad, siempre es mejor prevenir que curar, aunque sea a costa del depauperado erario público. Afortunadamente, el H1N1 se ha mostrado inocuo, pero allá por el verano era imposible predecir su evolución para Sanidad y para la Organización Mundial de la Salud, que no es el brazo armado de las farmacéuticas pese a que no atinó en sus predicciones. ¿Es cierto que ahora sobran antivirales? Pues también, y éste es quizá el único lunar en la gestión ministerial, pues a diferencia de la inmunización, la eficacia de los productos existentes en el mercado es muy limitada, y esto se conocía desde antes de que estallara la pandemia en el hemisferio sur. Pero la opinión pública aprieta y empuja, y a pocos les hubiera gustado estar en la piel de Jiménez y de Martínez Olmos durante los frenéticos meses de julio y agosto.

Preguntas sin respuesta

¿Qué Consejo profesional fue visitado hace meses por policías? ¿Cuántos empleados fueron despedidos por este Consejo por un asunto relacionado con la visita de los policías? ¿Mantiene este Consejo una deuda de 60.000 euros con IBM?

¿Hubo cursos programados en este Consejo que nunca se impartieron?

¿Qué organización farmacéutica es el foco de las críticas dentro del sector por sus toscas y erráticas maneras de divulgar las bondades del mismo?

¿Qué importante apoyo ha perdido esta organización en caso de que Sanidad meta la tijera en el sector?