Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’ Al final, se cumplió lo adelantado a vuelapluma en esta tribuna de EG hace ya un mes. Timorato siempre frente a las Administraciones, solícito con ellas hasta el empalago la mayor parte de las veces, y genuflexo con asiduidad, el sector ha dicho en esta ocasión basta, se ha hartado de las imposiciones emanadas de burócratas que viajan en la clase preferente del AVE a costa del erario público, y ha decidido plantarse. Siete compañías, nada más y nada menos, han rechazado firmar el subastazo con el que José Antonio Griñán, Carmen Martínez Aguayo y María Jesús Montero pretendían tapar en parte el agujero provocado por su nefasta gestión en la comunidad andaluza. Gestión caracterizada por unas tasas de paro récord, por regalías como las de los EREs que derivaron en chabacanas juergas, por la cultura de la subvención y por un retraso en los pagos tercermundista a las empresas. La valiente acción de las compañías contra el gobierno socialista andaluz tiene importancia por varios motivos. En primer lugar, consuma una rebelión con la que todo el sector sanitario, sin distinción, estaba de acuerdo. Farmacéuticos y laboratorios aparcaron sus divergencias pasajeras para unirse contra un proyecto arbitrario, dictatorial y más propio de África que de un país de la UE. Las patentes están para cumplir el período de vigencia que las protege, y lo que decide un ministerio no puede tumbarlo unilateralmente una comunidad porque le venga en gana, como si esto fuera El Congo. Se acabó el choteo. En segundo lugar, la acción denota que el sector sanitario está dispuesto a la rebelión contra las decisiones injustas y caciquiles. Una cosa es recortar gasto, apretar los balances y trabajar incluso a pérdidas, y otra bien distinta es mantener la cabeza gacha ante los caprichos feudales de autoridades políticas con mentalidad trasnochada: ni todo el sector es de derechas, ni el farmacéutico es el ricachón de antaño que juega la partida con el cura y el terrateniente en el casino del pueblo, ni los laboratorios son el diablo de El jardinero fiel. Por si no lo sabía la Junta de Andalucía, además, crean empleo directo e indirecto, y generan riqueza con su actividad, tan necesaria para un país que sufre ahora la nesciencia pasada de sus gobernantes. El Ministerio de Sanidad tiene también que sacar una lección clara. Es la autoridad que mantiene las competencias exclusivas en materia de medicamentos. En este tema, bromas las justas. Y ya ha habido muchas. Ni subastazos, ni cataloguiños y, si me apuran, ni tasas sobre las recetas como las que prepara Cataluña. La que tiene el mando y debe poner orden es la autoridad sanitaria central. El mercado, tanto si gusta a los feudos como si no, debe ser único. Y al que se desmadre, se le manda la inspección y punto, que para eso existe y para eso se le paga, aunque parezca que a veces está desaparecida. El papel del PSOE también es de órdago. Lo que no se atrevieron a hacer en el ministerio, se les ocurrió pedirlo en la oposición. Ahora, Trinidad Jiménez y José Martínez Olmos tienen a todo el sector encima. Eso es puntería y olfato, y lo demás tonterías. | miércoles, 04 de abril de 2012 h |

El ministerio debe tener claro que es quien tiene las competencias exclusivas en materia de medicamentos

¿Qué personaje de la industria impulsó el plante al subastazo?

¿Conseguirá Antonio Abril dar nuevos aires a la anquilosada Fedifar, con el fin de convertirla en un referente?

¿Qué distribuidora tiene que salir a la palestra y limpiar su nombre del ‘caso Blanco’, tras levantarse el secreto del sumario?

¿Qué alto cargo del PP ha dado orden de que a Juan José Bestard no hay que darle ni agua, tras su salida del Servicio regional de Salud de Baleares?

¿Qué conocido pseudosanitario andaluz del PP trata de volver al sector, tras dejar muy mal sabor de boca tras su paso por él?