Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’ | viernes, 13 de septiembre de 2013 h |

¿Qué personaje en la sombra ha sido clave para evitar que la liberalización de las oficinas de farmacia se materializara en septiembre?

¿Qué conocido periodista elabora capítulos de importantes informes en el sector sanitario?

¿Qué dirigente de una patronal sanitaria brama contra la falta de pericia que, a su juicio, demuestran los interlocutores de la Administración que le han tocado en suerte?

¿Qué sindicato sanitario trata de ganar terreno en una importante zona de España y para ello lleva a cabo una estrategia de trazar sinergias con empresas?

Con gran acierto y tras un denodado esfuerzo en el que han participado todos, desde el Consejo General hasta los colegios individuales, pasando por la distribución, las patronales y otros agentes subterráneos, la farmacia ha logrado esquivar el golpe que le tenía preparado Economía con la cacareada liberalización. Aunque ha tenido importancia en la decisión el Ministerio de Sanidad, el gran acierto de los representantes farmacéuticos ha sido el de convencer de que la ruptura del binomio propiedad-titularidad no solo no propiciaría ventajas a la economía española sino que haría estallar por los aires el reparto de medicamentos y provocaría desabastecimientos peligrosos para los pacientes. Después de muchos avatares, reuniones de trabajo, encuentros oficiosos y estudios varios (uno de ellos de vital importancia), la farmacia ha salvado el primer round del combate, mostrando el camino que han de seguir otros agentes del sector para trascender lo meramente sanitario e ir más allá, con el objetivo de frenar medidas dañinas para sus intereses.

¿Los farmacéuticos con botica han ganado ya la batalla? No. La espada de Damocles pende aún sobre ellos porque el anteproyecto de Ley de Servicios y Colegios Profesionales no cierra totalmente la puerta a la entrada de capital privado y deja la decisión en manos de una nueva figura, la Comisión de Reforma de las Profesiones, que estará coordinada por el Ministerio de Economía. El futuro, una vez más, queda en manos de Luis de Guindos, quien ha moderado su discurso: de plantear abiertamente la necesidad de abrir la tarta de la farmacia a otros agentes, entre los que podrían figurar grandes cadenas, ha pasado a hablar en público de las ventajas que reportaría una modernización del sector, porque todavía conserva, a su juicio, tics del pasado. Así pues, serán Economía, y los integrantes de este órgano entre los que figuran la nueva Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, (CNMC), la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, y el Ministerio de Educación, los que deshojen la margarita. Entran en juego, pues, nuevas figuras a convencer, y José María Marín, presidente de la CNMC, se antoja clave en este sentido.

Los farmacéuticos cuentan, no obstante, con varias cartas en su poder que se antojan determinantes. Un alto cargo del Gobierno es firme defensor de dejar las cosas como están. Pero no por romanticismo, ni por férrea convicción de que trastocarlas alteraría el valorado modus operandi de estos establecimientos en el sector, trastocando los parámetros de la Sanidad. La razón de su apoyo a las boticas es otra: considera que un cambio enervaría a los titulares de estos establecimientos y privaría de cuantiosos votos al PP. Cada minuto que pasa para las elecciones juega en favor de los boticarios.