| viernes, 03 de enero de 2014 h |

Inmersa en su carrera por arremeter contra toda iniciativa sanitaria que provenga del PP, y ajena por lo que se ve al escándalo de los EREs y las subvenciones públicas malversadas, la Junta de Andalucía ha decidido recurrir el copago hospitalario que con tanto ahínco como tan escasa capacidad de persuasión han cocinado la ministra Ana Mato y la secretaria general, Pilar Farjas. Como digna heredera de su antecesora, la nueva consejera de Salud, María José Sánchez Rubio, alega que dicha medida no se va a aplicar en Andalucía, porque “rompe los principios de equidad del sistema sanitario”. A primera vista, resulta chocante tal declaración, pues la Junta ha convertido a Andalucía en la más inequitativa de las regiones al privar a sus pacientes de algunos fármacos de marca mediante el perverso, a la par que estéril a efectos de ahorro, subastazo. Pero mas chocante aún resulta que repudie la iniciativa de contención del gasto emanada del Ministerio por dos razones fundamentales. La primera, por el alto nivel de endeudamiento y déficit que presenta su comunidad, fruto de una gestión económica más que deficiente, y en segundo lugar, porque la negativa al copago encierra un desconocimiento brutal de la situación que atraviesa España y de la espada de Damocles que pende sobre ella desde que está sometida a la tutela de la UE. O el país recorta gasto o le obligarán a recortarlo, y esta segunda opción puede ser más dañina para la Sanidad, el SNS, los profesionales y los pacientes, de lo que es el pago de algunos medicamentos en atención especializada que propugna el Ministerio. De esto deberían estar informados tanto la ex consejera Carmen Martínez Aguayo como su sucesora en Hacienda María Jesús Montero, pues no han sido pocas las veces que lo ha deslizado Cristóbal Montoro en las belicosas reuniones del Consejo de Política Fiscal y Financiera.

Como la Junta parece ignorarlo, conviene recordar aquí lo que pasó durante la última visita de la troika a España. Enterada por la Prensa de que algunas autonomías –entre ellas la sorprendentemente díscola Castilla y León– rechazaban la aplicación de tal medida, la triada formada por FMI, BCE y Comisión Europea pegó un fuerte tirón de las orejas al Gobierno y puso en cuestión su intención real de recabar ahorros en una partida de gasto determinante del desfase presupuestario. Los inspectores apremiaron al Ministerio a adoptar decisiones aplicables, pues de lo contrario España recibiría instrucciones contundentes sobre los pasos a seguir en materia de cumplimiento de déficit. El rechazo de Andalucía al copago no es, pues, una simple rebelión contra el Gobierno, sino que pone al país bajo las atentas miradas de la troika y constituye una señal para que ésta dictamine medidas más duras de obligado cumplimiento. La Junta debe recapacitar, porque el peligro es real.

¿Qué consejero del PP ha recibido el mote de “el cordero degollado” por parte de los compañeros de partido en Madrid?

¿Qué dos conocidos sanitarios de la primera legislatura del PP en el poder están deseosos de llegar a ser ministros de Sanidad en caso de que Ana Mato abandone el departamento? ¿Cuál de ellos no no lo va a ser nunca? ¿Por qué?

¿Qué conocido médico agudiza su tartamudeo cada vez que estalla en sus conocidos ataques de ira?

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