El máximo creador de este agujero colosal que resquebraja al Estado es el Gobierno Central
| 2011-09-09T16:15:00+02:00 h |

¿Qué verdades como puños de Fernando Redondo sobre el impago a las farmacias, en las que culpaba a la Administración Central de los impagos, provocaron “pánico” en una timorata organización del sector?

¿Cuánto le va a costar a las arcas públicas el gigantesco Hospital de Toledo?

¿Era necesario el dispendio que se ha hecho en ese centro?

¿Qué dos comunidades se quedarán en octubre sin fondos para afrontar pagos sanitarios?

¿Qué divertidas anécdotas circulan entre las farmacias de Madrid sobre Javier Hernández y sus ideas para atajar el gasto?

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

En la guerra de propaganda desatada entre PSOE y PP a costa de los impagos a los farmacéuticos en Castilla-La Mancha, conviene separar el grano de la paja. Punto uno: es cierto y verdad que el nuevo Gobierno de María Dolores de Cospedal y, más concretamente, su consejería de Sanidad, no han sabido actuar con mano izquierda con este colectivo. Aparte de haber sido golpeados de forma machacona por el Ejecutivo Central durante los últimos siete años, los boticarios no tienen culpa alguna de que en las arcas autonómicas no hubiera un euro cuando el PP ocupó las vacantes dejadas por José María Barreda y sus consejeros socialistas. También es cierto y verdad que Javier Hernández, el director de Farmacia de esta comunidad, es tan honrado y directo, sin doblez de ningún tipo, que a veces se pasa. Desde luego, se echó en falta durante el verano algo de habilidad negociadora por parte de las nuevas autoridades manchegas, y José Ignacio Echániz, que no es nuevo en las lides sanitarias, debería haber sido más persuasivo y convincente en las negociaciones sobre el pago de las cantidades adeudadas.

Pero, dicho esto, conviene dejar las cosas claras y responsabilizar a quien realmente acumula toda la culpa de los impagos autonómicos en materia sanitaria. No, el responsable directo de este desaguisado no es Fernando Lamata, el consejero del ramo antes de que llegara Echániz, ni su jefe Barreda. Podían haber sido más cautos y austeros en Sanidad, es cierto, pero la falta de fondos que han dejado en herencia a sus sucesores es una tónica común de todo el país. El verdadero culpable de la tragedia que golpea a España, el máximo creador de este agujero colosal que resquebraja al Estado, es el Gobierno Central. Y en Sanidad, lo son todos y cada uno de los ministros que han echado la mirada hacia otro lado cada vez que crecía la bola de nieve de la bancarrota: desde la inefable Elena Salgado, hoy ministra de Economía de un país intervenido de facto por el Banco Central Europeo (BCE), hasta Leire Pajín, pasando por Bernat Soria, el de las tallas ‘diábolo’, y por Trinidad Jiménez, la del decreto de los 1.500 millones de ahorro que al final se quedaron en nada. Con el dinero que la primera dilapidó en los dos absurdos planes E destinados a construir aceras, farolas y rotondas donde no hacía falta, 13.000 millones de euros, casi se podría haber saneado el Sistema Nacional de Salud y no estaríamos hablando hoy del problema de los farmacéuticos.

El Gobierno Central ha errado porque su política económica ha sido nefasta y devastadora. Lo mismo que su actuación en farmacia, con constantes idas y venidas, rectificaciones, marchas atrás y anuncios propagandísticos que quedan en nada. ¿Dónde está la famosa unidosis de medicamentos que iba a ejecutarse a principios de año? ¿Y la central de compras diseñada por José Martínez Olmos? En ningún sitio. Eran una engañifa, una burla para la población y un insulto para un sector que se desangra en medio de la desidia del peor gobierno de la historia de la democracia. Un Gobierno que ha manchado los honrados postulados del verdadero socialismo.