Sabe perfectamente los errores que pudo cometer en el pasado y se conoce al dedillo el mundo sanitario
| 2011-07-08T19:34:00+02:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

De la nueva hornada de consejeros que ha empezado a poblar la Sanidad española al calor de las últimas elecciones autonómicas, hay uno al que convendría seguir con especial atención. Se trata de José Ignacio Echániz, quien se enfrenta con el difícil reto de suplir en Castilla-La Mancha a Fernando Lamata, posiblemente el mejor sanitario socialista del país. De Echániz se dijeron y se han dicho muchas cosas. Y no todas buenas. A los nuevos del sector y a los que carecen de memoria histórica convendría recordarles que ya fue anteriormente consejero, en Madrid, y que no pasó a la historia como el mejor que ha habido en la capital. Pero ojo, tampoco ha sido el peor. El problema es que la aventura le llegó muy joven y poco baqueteado aún en el duro arte de la gestión sanitaria. Eso sí, durante su mandato tuvo redaños para evitar que nadie le pisoteara, salvaguardó su independencia y no le tembló el pulso a la hora de enfrentarse con ese pedazo de pan disfrazado de calamidad que era Celia Villalobos, compañera de partida y por entonces ministra. En circunstancias personales difíciles, fue capaz incluso de pegarse con el Insalud por un incremento notable de fondos para Madrid durante el proceso de transferencias. Si hoy esta comunidad está a la vanguardia de la Sanidad en España, desplazando incluso a Cataluña, algo de mérito tiene Echániz, que consiguió condiciones ventajosas donde otros fracasaron.

Echániz sabe perfectamente los errores que pudo cometer entonces y se conoce al dedillo el mundo sanitario. No en vano, pertenece a la misma hornada de jóvenes del PP que comanda el aventajado Alberto Núñez Feijóo. Ahora que todo el mundo habla de pactos, conviene recordar también que en 1997 participó en la subcomisión del Congreso que iba a reformar el sistema. Las torpezas de sus superiores dieron al traste con aquel intento. Algunos recordarán también el enfrentamiento que mantuvo con Juan José Bestard, en aquellas fechas viceconsejero, y resultará curiosa ver la relación que pueden mantener ahora Madrid y Baleares, gobernadas por el mismo partido, con cada uno de ellos en un lado. Rasquen un poco e indaguen. Todavía circulan datos que les permitirán saber quién tenía razón.

Echániz ha vuelto a la Sanidad y va a estar en el centro de todas las miradas. Primero, por participar en un gobierno dirigido, nada más y nada menos que por la secretaria general del PP, partido en alza tras la desastrosa gestión económica del Gobierno socialista. Y segundo, porque el feudo en el que ha aterrizado es uno de los más golpeados por esa crisis, por las actuaciones megalómanas y por el agujero de sus arcas públicas. A Echániz le va a tocar bailar con la más fea: llevar las riendas del 50 por ciento de un presupuesto hipotecado por unos aires de grandeza que condujeron al ejecutivo autonómico anterior a construir sin necesidad el hospital más grande de España en Toledo. Será interesante ver cómo logra pagarlo y ponerlo en marcha, cuando en la tesorería autonómica no quedan más que telarañas. Me aventuro ahora a lanzar un pronóstico: tengan por seguro que Echániz va a hacerlo muy bien. Sobre todo, porque es un hombre honrado.

¿De todos los consejeros que rodean a María Dolores de Cospedal, cuál es el único que no ha elegido ella personalmente?

¿Qué alto cargo del Ministerio de Sanidad se ha convertido ahora en el principal divulgador de cortinas de humo dirigidas a tapar la inacción de este departamento ante la crisis?

¿Qué laboratorios piensan que quizá hubiera sido más estratégico sentar en una tribuna a José María Aznar antes que a Felipe González, dado el tránsito político que va a experimentar el país?

¿Prepara el PP alguna sorpresa para los laboratorios como respuesta a sus recientes flirteos con el Ministerio de Sanidad y el PSOE?