El sistema público-privado del modelo de la Comunidad Valenciana cumple diez años
| 2009-09-25T18:05:00+02:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

De todas las fórmulas de gestión privada que han ido inundando la sanidad española en los últimos 14 años hay una que supera con creces en eficacia a las demás: el modelo Alcira. Frente al fiasco de los hospitales regidos por fundaciones –véase la evolución de Verín o Alcorcón, por poner sólo dos ejemplos–, y frente al torticero proyecto, que afortunadamente los médicos truncaron, de transformar los centros públicos regidos por el tradicional Derecho Administrativo en una figura nueva y desconocida en nuestro ordenamiento jurídico como eran las llamadas “fundaciones públicas sanitarias”, el modelo instaurado en la Comunidad Valenciana para aglutinar lo público con lo privado en el levantamiento y la gestión de centros sanitarios financiados por las autonomías arroja unos resultados demoledoramente buenos. Lo certifican los datos y su silenciosa aunque a la vez exitosa extensión por otros centros de la autonomía gobernada por Francisco Camps y por Madrid. Tanto es así, que el modelo Alcira se ha convertido en una fórmula casi taumatúrgica a disposición de gerentes y gestores del SNS para incrementar la oferta asistencial en un momento como el actual, marcado por la crisis económica, la estrechez presupuestaria y el recorte obligado del gasto público.

Frente a los agoreros que preconizaban el fracaso del modelo y frente a los ideologizados defensores de las llamadas empresas públicas –el sistema que rige en Andalucía y que transcurre sin reportar ahorros notables a las arcas públicas–, el sistema público-privado de Alcira cumple diez años desnudando la endeblez de los argumentos que empleaban los supuestos defensores de lo público para denigrarlo. Lejos de repeler a los profesionales, se ha convertido en polo de atracción para los mismos. Lejos de perturbar a la población, la satisface, como muestran las encuestas realizadas en el área. Y todo, por un precio más barato que el que desembolsa por paciente el sistema público en los centros tradicionales. Alcira ha cumplido diez años y pronto empezará a ser un modelo adolescente. Su nueva prueba de fuego, su reto futuro más inmediato para alcanzar la adolescencia, radica precisamente en su consolidación y expansión: el cambio de Denia a un sistema de concesión, y su llegada a Elche, en donde cohabitará con un hospital tradicional, serán claves, y marcarán su crecimiento.

También Madrid resultará determinante: Torrejón, Móstoles, Carabanchel y Villalba dirán si Alcira es sólo un exitoso experimento local o si tiene visos de exportarse a otras regiones, convirtiéndose con el tiempo en el modelo imperante en el SNS. Alcira es importante porque ahorra, incentiva a los profesionales y atiende satisfactoriamente a los pacientes. Pero también lo es porque reactiva la actividad económica, y porque devuelve al primer plano a un sector, el de la sanidad privada, que llevaba años estancado en España. Gracias a este modelo, la sanidad pública se extiende allí donde antes no llegaba, y la sanidad privada tiene un escaparate para demostrar que, bajo el estricto control de lo público, puede arrojar unos excelentes estándares de calidad.

Preguntas sin respuesta

¿Qué consejero de Sanidad tiene todas las papeletas para ser ascendido en breve en su Gobierno regional?

¿Qué mujer de la Consejería de Sanidad de Madrid fue muy criticada por un compañero suyo a principios del pasado mes de agosto?

¿Qué miembro de Facme está siendo ‘abducido’ por un conocido médico ajeno a la federación, que pretende arrastrar a ésta hacia sus intereses? ¿Quién es el ‘abducido’ y quién es el ‘abductor’?

¿Qué más puede dañar la imagen de las entidades médicas en España, tras el varapalo sufrido por PSN este verano?

¿Qué fundación ligada a Ciencia atraviesa por enormes problemas?