Aitor montero
Madrid
Con motivo de la celebración del Día Mundial de la lucha contra el Sida se presenta Juega a ganar, un libro en el que Alfonso Domínguez-Gil, Salvador Cabrera y María Paz Valverde nos cuentan sus experiencias en el cuidado de pacientes con VIH.
Pregunta. ¿Se puede ganar la partida al VIH?
Respuesta. Se intenta, faltan medidas para ganar la batalla.
P. ¿Entre esas medidas está el mejorar las terapias disponibles?
R. Hay que implicar al paciente en el cuidado de su salud. Los tratamientos farmacológicos tienen grandes ventajas pero también limitaciones al ser complejos, crónicos y con importantes efectos secundarios, por lo que el nivel de adherencia tiene que ser óptimo.
P. Concienciarle para que cumpla con tratamiento, ¿no?
R. Efectivamente, si el paciente es consciente de que su protagonismo es fundamental para mejorar los resultados clínicos, éstos mejorarán. Hay que especializar al paciente en el cuidado de su salud.
P. Además de concienciar al paciente, ¿qué aportan la farmacocinética o la farmacogenética?
R. Mucho. Reducen los fracasos terapéuticos, que son muy peligrosos, porque se desarrolla la resistencia al virus, y reducen los efectos secundarios, que en gran parte se deben a que el paciente está recibiendo una dosis superior a la que le corresponde. Por lo tanto, ajustar las dosis reduce la influencia de efectos adversos que deterioran la calidad de vida e incitan a abandonar el tratamiento.
P. Y en cuanto a la medicina personalizada…
R. Ya no es una utopía, sino que ya tenemos estrategias para poder aplicar la terapia individualizada. En el caso del sida tiene gran repercusión, desde el punto de vista existencial y desde el económico, ya que los tratamientos tienen un coste importante.
P. ¿Qué relevancia tiene el papel del farmacéutico?
R. Su papel es clave, ya que nos ocupamos de una parte del seguimiento del tratamiento farmacológico. También tomamos iniciativas importantes, como la publicación de este libro, que está basado en la experiencia adquirida del contacto directo con los pacientes.
P. Ese contacto directo del que habla, ¿cómo se traduce?
R. Cuando iniciamos el programa había cierta resistencia. Ahora, los pacientes tienen la tarjeta para llamar al farmacéutico en cualquier momento y para cualquier problema y, realmente, estamos satisfechos de los resultados.
P. Siempre se puede mejorar.
R. Sí, hay que mandar mensajes claros y directos, y hacer una labor educativa permanente. No vale entregar un tríptico al paciente y olvidarse. Cada vez que vienen a revisión al hospital, hay que hacer una entrevista y recalcar los puntos que creemos esenciales para que el paciente siga el bien el tratamiento. Hay que contactar e interaccionar con el paciente, y luego mantener mensajes claros y concretos a lo largo del tiempo.
P. ¿El objetivo del libro es lanzar un mensaje claro y concreto?
R. Tratamos temas que importan al paciente con VIH a través de un lenguaje muy claro y con una actitud muy positiva, a pesar de que algunos puntos son sensibles.
P. E informar a la sociedad.
R. Ahí falta muchísimo por hacer. La sociedad no está preparada para tratar el sida. No es lo mismo que un paciente lleve un libro sobre hipertensión que uno sobre sida.