César Martínez, consejero de Alliance Healthcare | viernes, 07 de junio de 2013 h |

Hace años que en España se habla de trazabilidad. Fue uno de los asuntos debatidos en la Ley de Garantías, durante cuya tramitación se pasó de la obligación de registrar el identificador individual de cada envase que pasara por almacenes y laboratorios a un prudente período de espera hasta elegir un sistema que permitiera la lectura automatizada de los códigos. La trazabilidad era algo irrenunciable, pero dominaba la opinión de que el proyecto era inviable técnicamente a corto/medio plazo, que suponía costes y perseguía otros objetivos de control además de los que se decía.

Las discusiones entre Ministerio, CGCOF, Fedifar y Farmaindustria fueron constantes y, con frecuencia, las posturas fueron irreconciliables. El Ministerio decidió realizar una prueba piloto comparando las dos tecnologías consideradas más apropiadas con resultados un tanto decepcionantes. No parecía que la trazabilidad completa fuera posible por el momento.

Pero pronto se iba a volver sobre el mismo asunto, esta vez a nivel europeo. La Directiva contra las falsificaciones. sentó unas bases (registrar el código individual de cada envase con el fin de poder comprobar, mediante consulta de una base de datos, si ha sido puesto legalmente en el mercado), pero no para todos los medicamentos ni definiendo la tecnología a utilizar. Tras un período de consulta pública deben producirse una serie de Actos Delegados que concreten estos detalles.

En este contexto ha habido colaboración entre las partes a nivel europeo, lo que ha permitido un nivel de acuerdo satisfactorio. Pero quedan fuera algunos de los sueños de hace años: con toda probabilidad, el registro de los identificadores no será obligatorio para todos los medicamentos sino solamente para los que tengan más riesgo de ser falsificados y, como consecuencia de las dificultades técnicas encontradas, tampoco lo será durante el paso por los almacenes de distribución. El concepto de trazabilidad se rompe, puesto que al no registrar sistemáticamente los almacenes no se podrá reproducir el camino seguido por cada unidad.

Eso sí, el objetivo de impedir que medicamentos falsificados lleguen al público a través del canal legal estaría garantizado. La farmacia, que leerá el datamatrix en vez del actual código de barras, detectará durante la dispensación si un medicamento es falso. Así podrá retenerlo y denunciar el hecho para que se inicien las investigaciones oportunas.