| viernes, 29 de octubre de 2010 h |

Carlos Adanero, boticario y profesor del Máster de I+D+i de Medicamentos (UN)

En mayo de 2009 las ex ministras de Igualdad y de Sanidad Bibiana Aído y Trinidad Jiménez, respectivamente, decidieron dar a conocer que se iba a dispensar la píldora del día después (PDD) sin receta en las farmacias. Los objetivos, según ellas, eran disminuir el número de abortos quirúrgicos y la difusión del uso como anticonceptivo de emergencia de este medicamento. En unos meses, a pesar de que algunas comunidades autónomas y asociaciones habían hecho protocolos para un uso racional y bien organizado de esta PDD, de la noche a la mañana, se autorizó su uso sin receta. Sin identificación, sin advertencia real alguna, un medicamento hormonal, con todo lo que implica, fue ‘liberado’ de la necesidad de receta.

Hace un año, un grupo de farmacéuticos de diferentes asociaciones y tendencias nos unimos bajo la Plataforma Profesional Farmacéutica solicitando que la PDD volviera a ser de receta y que se aceptara la objeción de conciencia para dispensarla o no. Fuimos recibidos por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos y no se nos escuchó. Se nos ignoró completamente. No fuimos recibidos por Trini2011 porque no tenía tiempo y se encontraba luchando por el feudo de Madrid contra Tomás Gómez.

Resultados, que como casi siempre son tozudos y no se prestan a la manipulación. Según datos de Nielsen, los preservativos han bajado en ventas en el período de agosto de 2009 a agosto de 2010 un 12 por ciento en España. Según Cofares, las ventas de PDD de enero a agosto 2010, con respecto al mismo periodo de 2009, aumentaron un 254 por ciento. ¿Conclusiones?

Primero, la PDD ha pasado a ser un anticonceptivo como otro cualquiera. Se toma en un número indeterminado de veces por personas que no sabemos si son jóvenes en plena formación o maduras. Tampoco sabemos si lo toman voluntariamente o son forzadas. Nadie puede ni quiere controlar, pues no hay voluntad de cuidar la salud.

Segundo. Como se le ha presentado como un caramelo sin efectos adversos, no se tiene miedo a las consecuencias. Todo medicamento tiene efectos adversos más o menos serios y, desde luego, si se toma repetidamente. Por otro lado, es paradójico que una sociedad que adora lo natural, lo no ‘químico’, solucione los problemas con un ‘pastillazo’ coreado desde el propio Gobierno.

Tercero. El preservativo ha sido sustituido por la PDD en la mentalidad de los jóvenes. Como en Inglaterra, las enfermedades de transmisión sexual no tardarán en alcanzar proporciones alarmantes. ¿Por qué se oculta este dato?

Cuarto. El número de abortos se ha mantenido, más o menos en las mismas cifras y, según la propia entidad que agrupa a las empresas que gestionan las clínicas abortistas, no se debe a la liberalización de la PDD.

A pesar de todo, desde la Plataforma Profesional Farmacéutica seguimos y seguiremos insistiendo en poner un poco de cordura en toda esta casa de locos. Uso racional del medicamento, que debe ser con receta y constar en la historia clínica de la paciente y derecho a la objeción de conciencia para los profesionales. Una cita de alguien nada dudoso de ser de la caverna retrógrada obispal, que tanto gusta la progresía de culpabilizar de todos sus males: “Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo”. Marco Tulio Cicerón (106-43 A.C.).