| viernes, 16 de octubre de 2009 h |

Carlos González Bosch, presidente de Cofares

La distribución tiene que hacer frente a las necesidades de la farmacia independiente, que constituyen el corazón del modelo en España, y para ello, la prestación de servicios es un objetivo básico para fortalecer su posición. La dimensión para este tipo de actividad es un elemento básico, porque funcionan las economías de escala a la hora del desarrollo y prestación de estos servicios. Los mismos son extensivos en recursos financieros y humanos, lo que condiciona su implantación para los operadores que no tengan dimensión suficiente. Por ello, es básico que la distribución recorra el camino de la concentración como un elemento indispensable para garantizar su futuro y la calidad del servicio que prestan a sus socios y clientes.

La calificación de un servicio prestado en la distribución a la farmacia admite diversas interpretaciones, pero éstos deben partir del ámbito financiero y desarrollar sus actividades en campos que permitan a la farmacia mejorar su gestión y aumentar su rentabilidad. Existen otros servicios relacionados con algunas modalidades profesionales, en las que la farmacia ha diluido su influencia en los últimos años, que formarían parte de una segunda generación, que complementarían los más básicos y ampliarían el campo de acción de nuestros establecimientos farmacéuticos. Áreas como la fototerapia, ortopedia o nutrición deben seguir siendo objeto de atención para complementar esta oferta, porque la farmacia del futuro deberá ser muy profesional, implicada en un mayor número de actividades, con atención prioritaria a la calidad.

Esto, farmacia por farmacia, es difícil de alcanzar, pero las vinculadas a un concepto de distribución amplio, en el que la globalidad de servicios forme parte de su oferta, se puede conseguir. El camino está claro y el objetivo es importante, hay que vincularlos a una gestión profesionalizada y recabar los recursos suficientes para su desarrollo y mantenimiento. No es una receta milagrosa, es la constatación de una necesidad para el mantenimiento de un modelo que tiene la razón de ser en la propiedad de la distribución por parte de la oficina de farmacia y la contrapartida de aquella, que ya sólo distribuyendo medicamentos no justifica su existencia en un mercado que disminuye en cuanto a su capacidad de generación de recursos, y en una oficina de farmacia que necesita ayuda para que, efectivamente, siga gozando del calificativo de independiente.