| viernes, 05 de marzo de 2010 h |

José Luis Poveda Andrés, presidente de la SEFH

Las recientes resoluciones aparecidas en diferentes comunidades autónomas, que amplían el número de medicamentos que deberán ser dispensados en hospitales, han abierto la caja de Pandora, donde todos los bienes y males están presentes. En efecto, diferentes agentes de interés, como son los ciudadanos y pacientes, así como los profesionales sanitarios con diferentes ámbitos de responsabilidad, han puesto de manifiesto sus diferentes puntos de vista. La controversia generada denota la preocupación de los diferentes agentes por la calidad asistencial. Es lógico, ya que la calidad asistencial se dimensiona a través de múltiples parámetros, como son, entre otros, la accesibilidad, la comodidad, la efectividad, la eficiencia, la seguridad, tanto del paciente como de los tratamientos… Y todos ellos pueden verse modificados por una medida de este calado.

Hay hechos contrastados. Primero. Los servicios de farmacia disponen de profesionales especialistas con un plano de competencias que garantizan un valor añadido en el control y en el seguimiento farmacoterapéutico de los pacientes.

Segundo. La experiencia de la intervención del farmacéutico de hospital en subpoblaciones, que requieren un especial control, ha puesto de manifiesto, con suficiente evidencia, mejoras en los resultados clínicos, humanísticos y económicos.

Tercero. La participación de los farmacéuticos de hospital como parte del equipo asistencial, en el modelo de atención especializada, difícilmente se ha trasladado al ámbito de atención primaria, donde la experiencia es escasa.

Cuarto. La incorporación de las tecnologías facilitadoras en el modelo asistencial que ya están mejorando la movilidad de pacientes y profesionales, y donde se incluyen las nuevas herramientas de la información (historia clínica electrónica, prescripción asistida), han producido cambios en el paradigma asistencial, que se traduce en un mayor seguimiento de los tratamientos y un nuevo enfoque en la participación de todos los agentes de salud.

Y quinto. En un escenario económico, que tiene su traslación al entorno sanitario, los modelos sanitarios precisan de acciones que generen más eficiencia en la asistencia. En este marco, los modelos econométricos, para estos subgrupos en los pacientes y medicamentos seleccionados garantizan un ahorro potencial en gasto farmacéutico, y desde luego contribuye a la sostenibilidad del sistema.