Miguel Ángel Tovar Dir. Asociado de Wecare-u en Barcelona | viernes, 09 de mayo de 2014 h |

Zapatero a tus zapatos. Ese parece ser últimamente el lema de la industria. Como respuesta a los vencimientos de patentes, la presión sobre los precios y la baja productividad de la I+D, grandes compañías farmacéuticas tratan de reorganizar sus unidades de negocio y deshacerse de aquellas que consideran que no forman parte de su negocio principal. Un ejemplo reciente de ello es la venta a Novartis de la unidad de oncología de GSK.

Esta parece ser también la motivación tras la compra de la unidad de negocio de productos OTC de Merck & Co. por parte de Bayer. La alemana ya era una de las cinco principales empresas mundiales en este negocio. Con esta adquisición Bayer consigue situarse en la segunda posición, por detrás de Johnson & Johnson, en el escalafón de compañías que operan en el sector de los productos OTC. Esta compra sigue al reciente acuerdo por el que Novartis y GSK comercializarán conjuntamente sus carteras de productos para el consumidor.

Marijn Dekkers, consejero delegado de Bayer, ha asegurado en una entrevista con Bloomberg Television que espera que los recortes en personal en New Jersey sean mínimos como resultado del acuerdo. En cambio, confía en poder obtener importantes sinergias de ingresos por la complementariedad geográfica de ambas compañías.

Mientras Merck tiene una sólida posición en el mercado norteamericano, donde realiza un 70 por ciento de sus ventas en el segmento OTC, el dominio de Bayer es mayor en otras zonas geográficas, especialmente en Europa y en mercados emergentes. Por lo tanto, Bayer va a tener la oportunidad de llevar a esos otros mercados productos de Merck como Claritin (antialérgico), Afrin (descongestivo nasal) o Coppertone (protector solar), que son actualmente líderes en sus respectivas categorías en el mercado norteamericano.

Aunque como resultado de la operación cabe esperar obtener además unos ahorros fiscales, no parece que este sea uno de los principales motivos para su justificación. En este caso la diferencia es menor que la que la que se derivaría de una eventual integración entre Pfizer y AstraZeneca, ya que el impuesto de sociedades que Bayer paga en la actualidad ronda el 24 ó 25 por ciento.