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Una vez que ya se ha demostrado científicamente que el test de sangre oculta en heces (SOH) es la técnica más eficaz en la detección precoz del cáncer de colon entre la población sana y la más coste-eficaz (ver GM nº 411), el reto ahora para los investigadores —a la espera de que las autoridades sanitarias se decidan a implementar un cribado a nivel nacional, como han recomendado insistentemente— está en mejorar su empleo así como la búsqueda de nuevas aplicaciones clínicas.
Sobre el primer aspecto hay varios asuntos en fase de estudio y discusión, como el punto de corte ideal de la prueba, o la idoneidad de hacer un segundo test. Para encontrar respuesta a estas cuestiones se está usando el estudio Colonprev.
Como explica Enrique Quintero, jefe del Servicio de Digestivo del Hospital de Canarias, “se puso 75 nanogramos por mililitro como punto de corte porque cuando planteamos el estudio era el que garantizaba una mayor sensibilidad con una especificidad aceptable. El debate es que subiendo el punto de corte a 100 ó 125 igual, en rondas sucesivas, no es necesario hacer un test tan sensible sino un test para aumentar la especificidad aunque baje un poco la sensibilidad —continúa— porque la mayor parte de las lesiones se detectan en las primeras rondas entonces es posible que en las sucesivas baste con subir el punto de corte aunque no hay datos concluyentes sobre esto”.
Respecto al tema de la repetición de la prueba para mejorar la detección, “algunos estudios realizados han demostrando que no es necesario hacer dos tests, sino que con uno solo se obtiene un rendimiento similar, lo que supone un ahorro de costes importante”.
Sobreseguimiento en pólipos
Otra aplicación para la que se está investigando con el test de SOH es para evitar el problema del sobreseguimiento de las personas con pólipos. Y es que, como apunta Maite Herráiz, responsable de la Unidad de Prevención de Tumores Digestivos de la Clínica Universidad de Navarra, hasta en un 30 por ciento de las colonoscopias que se piden a las unidades de endoscopia la indicación no es correcta por un exceso de vigilancia. Además, recuerda que su uso, aunque “útil, es también limitado y no está exento de riesgos”.
En este sentido, los resultados preliminares de un estudio con 400 pacientes llevado a cabo en el hospital de Bellvitge de Barcelona y que evalúa por primera vez la aplicación del test a estos pacientes con síntomas son alentadores (hasta ahora se había contemplado solo para la prevención —el cribado— de tal modo que, cuando hay síntomas se hace directamente colonoscopia).
“Aunque es un estudio que, a mi entender, tiene una potencia limitada pues deberá ser confirmado de forma multicéntrica con miles de pacientes, demuestra la eficacia del test inmunológico para seleccionar a aquellos que se tienen que hacer una colonoscopia —asegura Quintero—. Esto ahorrará muchos costes y permitirá hacer hueco en la unidades de endoscopia para hacer más prevención”.
Mientras tanto, una forma de paliar este sobreseguimiento de los adenomas es cumplir las pautas marcadas por los consensos internacionales, como la Guía Europea sobre calidad de colonoscopia de cribado, publicada en 2011, y en la que se modifica significativamente en estos casos el periodo de seguimiento, ampliando en los pacientes de bajo riesgo.
“Ahora, se considera que aquellos que tienen pocos adenomas, de menos de 10 mm y con distrofia de bajo grado, deben volver al cribado poblacional, no es necesario que sigan con colonoscopia”, concluye Herráiz.