La evolución y resultados de BMS alimentan frecuentemente las especulaciones
| 2009-04-08T18:06:00+02:00 h |

Miguel Ángel Tovar,

director asociado de Contenidos en Barcelona

Después de las tres megafusiones acaecidas durante el primer trimestre de este año, otras de las gigantes del sector comienzan a inquietarse al ver que pueden llegar a perder su gran oportunidad, sobre todo en un momento en el que numerosas compañías se pueden comprar a buen precio. Entre ellas llama poderosamente la atención que Bristol-Myers Squibb (BMS), objeto frecuentemente de especulaciones sobre su adquisición durante los últimos dos años, siga manteniéndose independiente. Numerosos analistas han considerado que BMS podría ser la siguiente presa en la nueva ola de consolidación que han iniciado algunas de las compañías del top ten del sector.

Entre las posibles farmacéuticas a las que podría interesar hacerse con la propiedad de BMS, se viene citando a AstraZéneca, GlaxoSmithKline (GSK), Johnson & Johnson (J&J) o Sanofi-Aventis. Esta última es con la que se ha especulado en más ocasiones y es la que parece reunir más argumentos a su favor. Uno de los de más peso lo constituye el hecho de compartir la comercialización del anticoagulante Plavix (clopidogrel DCI) y del antihipertensivo Avapro/Aprovel/Karvea (irbesartán DCI), cuyas patentes vencen en 2012, año en que perdía también los derechos de comercialización del antidepresivo Abilify (aripiprazol DCI), aunque acaba de acordar con Otsuka su renovación hasta 2015. En 2008 los tres productos aportaron el 45 por ciento de la facturación neta total.

Durante los últimos dos años, James Cornelius, el consejero delegado que sustituyó a Peter Dolan al frente de la compañía, ha gobernado con éxito el destino de ésta, anticipando medidas de respuesta a futuras amenazas competitivas y preparándose para sortear la crisis que vive el sector. Ha cerrado acuerdos de licencia, y desinvertido en operaciones que no considera parte de su negocio principal, empleando el efectivo obtenido en la adquisición de pequeñas compañías con el fin de fortalecer su pipeline.

Por ello se ha desprendido de unidades de negocio que no son propiamente farmacéuticas y ha sacado a bolsa parte de la unidad de nutrición infantil Mead Johnson. Desde el pasado mes de septiembre ha logrado cerrar seis acuerdos, y ha finalizado el 2008 con 8.000 millones de dólares en tesorería. Además, mediante los programas de reducción de costes que ha puesto en marcha pretende alcanzar un ahorro de 1.500 millones de dólares anuales en 2010. Todo ello ha convertido a BMS en una compañía aún más interesante para ser objetivo de compra, lo que se ha visto reflejado en la evolución del valor de su acción.

Su cartera de productos se revela especialmente atractiva en las áreas de cáncer, cardiovascular y biológicos. Entre los productos que tiene en fase final de investigación con grandes posibilidades de alcanzar el mercado a corto plazo se encuentran apixaban (anticoagulante) y saxagliptina (antidiabético), ambos con potencial para llegar a convertirse en blockbusters. Sin duda, este atractivo pipeline encajaría muy bien con las necesidades de Sanofi, ampliando sus propias líneas en las áreas citadas y permitiéndole reforzar su presencia en Estados Unidos. Aun así, su consejero delegado, Chris Viehbacher, declaró estar considerando adquisiciones en el rango de los 5.000 a los 15.000 millones de dólares, lo que supone implícitamente el descarte de BMS.

Por su parte, lejos de despejar incógnitas, Tim Anderson, analista de Bernstein Research, acaba de rebajar la calificación de las acciones de BMS, desde un comportamiento esperado “por encima del mercado” a “similar al mercado”. Según la información difundida por Associated Press, Anderson considera menos probable la megafusión, ya que GSK, Eli Lilly, AstraZéneca y Sanofi-Aventis han descartado la compra de una gran farmacéutica y tampoco considera probable la adquisición por parte de J&J o Abbott. ¿Continuará pues BMS su camino en solitario?