La expresión de estas moléculas da lugar a una diferente sensibilidad a fármacos

Protagonizaron muchos de los estudios presentados en el IV Congreso de la SEFF

| 2010-09-03T16:52:00+02:00 h |

i. fernández

Pamplona

Más allá de la enfermedad y del fármaco, hoy en día es posible determinar con mayor precisión la terapia más eficaz a través de las características genéticas de las personas, e incluso de las genéticas de los tumores. Esta medicina individualizada, posible gracias a la Farmacogenética y la Farmacogenómica, es ya una realidad en enfermedades de alta incidencia. Pero si algo cambia en este campo el mismo paradigma de la biología, ese algo son los microRNAs.

“Hoy empezamos a conocer moléculas que hace poco no conocíamos, como los microRNAs”, expresó la semana pasada Jesús García-Foncillas, investigador principal del Laboratorio del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra, en el marco del IV Congreso de la Sociedad Española de Farmacogenética y Farmacogenómica (SEFF).

Los microRNAs son moléculas de RNA de 20 a 22 nucleótidos, que eran tradicionalmente el medio a través del cual el ADN transmitía la información a las proteínas. “Sin embargo, hoy sabemos que muchos RNAs no sirven para fabricar proteínas pero sí tienen utilidad, como en el caso de los microRNAs que nos dan las pistas de cómo se puede producir la respuesta a determinados fármacos”, aseguró García-Foncillas.

En concreto, estas pequeñas moléculas tienen la capacidad de complementarse con múltiples secuencias que se encuentran en RNAs que sí fabrican proteínas. Por tanto, el aumento o disminución de su expresión puede dar lugar a una mayor o menor sensibilidad a algunos medicamentos. Esto es algo muy importante, según García-Foncillas, “porque nos permite comprobar que existen muchas moléculas desconocidas hasta este momento con una capacidad tremenda de controlar cuál es el resultado en cuanto a la respuesta de fármacos”.

Algunos estudios que se presentaron en el marco del congreso tuvieron como protagonista a estas moléculas de ácido ribonucleico no codificantes. Por ejemplo, destacó el que se ha llevado a cabo en el Hospital Clínic de Barcelona. Tras analizar 156 microRNAs en 89 pacientes con linfoma de Hodgkin (LH), se observó la existencia de perfiles de microRNAs que permiten diferenciar esclerosis nodular de celularidad mixta.

Además, se confirmó que el miR-135a tiene como diana a JAK2 y que los niveles del primero se relacionan con recaída en pacientes con LH. Por tanto, la administración de un inhibidor de JAK2, como lestaurtinib (CEP701), en combinación con la información aportada por miR-135a, puede ser útil para monitorizar de forma más eficaz el tratamiento en estos pacientes.

“La posibilidad de contar con extracciones secuenciales de células tumorales en las enfermedades oncohematológicas supone una gran ventaja para la monitorización de diversos marcadores moleculares que nos permitan adecuar y optimizar los tratamientos de forma más pormenorizada”, indicó Mariano Monzó, uno de los responsables del estudio.

Por otro lado, en otras enfermedades oncológicas también se están encontrando claras evidencias sobre el papel de ciertos microARNs en la predicción de la respuesta a los tratamientos. Éste es el caso de un estudio realizado en el CIMA. Los investigadores concluyeron que la presencia elevada del microRNA 451 informa sobre una mejor respuesta al tratamiento con quimiorradioterapia y sobre una mayor supervivencia de los pacientes con cáncer de estómago.

Respecto a los trastornos psiquiátricos, María Jesús Arranz Calderón, del departamento de Psiquiatría del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander, aseguró que, “de momento, la capacidad de utilizar información farmacogenética para predecir la respuesta a tratamientos psicotrópicos es limitada, aunque ya existen test genéticos que son de utilidad a la hora de ajustar las dosis clínicas”. Y, continuó: “Se están investigando otros test que podrían predecir el nivel de respuesta y probabilidad de desarrollar efectos secundarios”.

Vías y campos de desarrollo

Los grandes avances de los últimos años en este campo se han dado tras conocer la vía EFGR-K-RAS, o la inducción de lo que se denomina la neoangiogénesis tumoral en cáncer de colon, mama o pulmón. “Ahí existe un enorme campo de desarrollo de fármacos y ambas vías son muy importantes”, manifestó García-Foncillas. Sin olvidar, eso sí, la vía de los receptores tironsina quinasa y su inhibición en cáncer de riñón, o el papel crucial de la molécula C-KIT en los sacormas del estroma gastrointestinal.

Optimización de recursos

Todos estos avances hacen que la Farmacogenética tenga un impacto hoy en día especialmente relevante. “Gracias a esta ciencia podemos optimizar los recursos sanitarios, ya que se puede saber si los fármacos nuevos, significativamente caros, benefician o no a todos los pacientes, lo que permite un uso más racional de los recursos”, indicó García-Foncillas.

En los últimos años se ha alcanzado ya un escenario en el que la Farmacogenética configura un mapa terapéutico y sanitario completamente distinto, que cambiará la manera en la que se seleccionan y dosifican los fármacos, ayudará a conocer qué pacientes responden mejor a una terapia y obligará a realizar prescripciones individualizadas. En este sentido, Jaime del Barrio, director general del Instituto Roche, que colaboró en el congreso, reconoció que “el mejor ejemplo a seguir es el de la investigación oncológica, donde sólo en los últimos años más del 50 por ciento de los fármacos aprobados son terapias dirigidas”.

Además, destacó que se ha conseguido acelerar y “abaratar extraordinariamente” el proceso de identificación de biomarcadores, así como el del desarrollo y aplicación de estudios genéticos. De cara al futuro, tres son los retos: descubrir más alteraciones moleculares y cada vez con más precisión; desarrollar técnicas cada vez más sensibles y sólidas; y alcanzar la implementación en cualquier ámbito asistencial.