| viernes, 02 de septiembre de 2011 h |

José garcía

París

La anticoagulación en fibrilación auricular con inhibidores orales del factor Xa e inhibidores directos de la trombina marcó las sesiones científicas del Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología de 2011 celebrado en París, tal y como reconoció Michael Böhm, presidente del comité científico del evento. Algo que ratificó José Luis Zamorano, director del Instituto Cardiovascular de Madrid, que resaltó que “está claro que el tratamiento de la fibrilación auricular va a cambiar radicalmente con los nuevos anticoagulantes orales. Hay millones de pacientes ahora tratados con antagonistas de la vitamina K, y las nuevas moléculas pueden hacer frente a algunas de las limitaciones que presentan”. Ahora bien, quedan retos a los que dar respuesta en la investigación de las nuevas terapias, como hallar un balance óptimo entre la eficacia en la prevención de la trombosis y los efectos no deseados como los sangrados.

La comunidad científica cuenta ya con datos de estudios como el Rocket AF con rivaroxabán (Bayer) o el Aristotle, presentado en este congreso (ver página 16), con apixabán (Bristol y Pfizer) que demuestran eficacia. Por tanto, una conclusión clara es que de forma común los inhibidores del factor Xa funcionan, dijo Zamorano. Ahora bien, aclaró, no todos los estudios son iguales. Mientras que Rocket incluyó pacientes de bajo riesgo, y Aristotle, de riesgo más alto, el estudio Engage AF-TIMI 48 incluye pacientes aún de más alto riesgo que Aristotle.

Se trata de un ensayo multinacional, aleatorizado y doble ciego que analiza la eficacia y seguridad de edoxabán, desarrollado por Daiichi Sankyo y disponible en la actualidad únicamente en Japón para la prevención del tromboembolismo venoso en pacientes sometidos a una artroplastia total de rodilla o de cadera o a una cirugía de fractura de cadera, en la prevención de ictus y eventos embólicos sistémicos en pacientes con fibrilación auricular. En la investigación participan más de 21.000 pacientes con fibrilación auricular procedentes de 46 países, lo que le convierte en el mayor estudio para esta indicación realizado a nivel mundial hasta la fecha. “Ahora hay que esperar un par de años a los resultados”, dijo.

Mientras tanto, apixabán, como aclaró, “lo que ha demostrado no es una reducción significativa de riesgo embólico, que también, sino de los ictus hemorrágicos”. En este sentido, precisó que “si selecciono pacientes de más alto riesgo, que tienen más riesgo embólico, voy a necesitar una anticoagulación más poderosa. Y eso es lo bueno que aporta el estudio Engage, que investiga en un estudio en fase III a dos niveles de dosis, una de 30 mg y otra de 60 mg, y permite reducciones específicas de las dosis en caso de que los pacientes puedan estar en riesgo de padecer sangrado”. Para él, poder variar la dosis es positivo porque supone “la vida misma, ya que un paciente no está siempre con la misma dosis, envejece, la función renal cambia…”. Por tanto, en el estudio Engage, del que es coordinador nacional, se ajusta la dosis en función del paciente y de cómo evoluciona su enfermedad.

El ideal de tratamiento anticoagulante ahora sería demostrar en pacientes de alto riesgo que una dosis alta produce menos eventos embólicos y no aumenta los sangrados, precisó el especialista español, que reconoció que dabigatrán (Boehringer Ingelheim), en el estudio Re-ly demostró ya que la dosis alta reduce el número de eventos embólicos e iguala hemorragias, y la baja reduce hemorragias e iguala los eventos embólicos. Sin embargo, Re-ly no es un ensayo doble ciego como es el Engage, matizó.

Monitorización

También desmitificó la idea de que los nuevos anticoagulantes no necesitan monitorización y señaló que “pensar así es un error”. Para él, “al paciente primero hay que educarle y después monitorizarle, no el sintrom, la warfarina o el IMR, pero sí la función renal o las comorbilidades de su patología. Hay que aprovechar los controles de los pacientes para incluir en el escalón de pruebas la monitorización de estos fármacos”, nuevos anticoagulantes orales que entrarán por la Cardiología, pero que acabarán siendo controlados por los médicos de Atención Primaria.

Otro estudio a tener en cuenta será el Hokusai VTE, un ensayo fase III multinacional, aleatorizado doble ciego. Daiichi Sankyo completa el reclutamiento de pacientes. Participarán 7.500 de 450 centros representantes de 40 países, por lo que también se trata del estudio con mayor número de pacientes hasta la fecha sobre el tratamiento y prevención de tromboembolismo venoso recurrente.