Reunidos en un foro organizado por el Instituto Roche, indicaron que es el campo de la I+D que más sufre la crisis

Pusieron de manifiesto las deficiencias del sector en España y pidieron que se considerase una inversión, no un gasto

| 2011-07-22T16:12:00+02:00 h |

redacción

Madrid

La crisis económica por la que atravesamos ha incidido muy negativamente en la potenciación de la I+D. Un revés económico que también afecta a la investigación biomédica, un área de especial importancia porque este tipo de actividad es un factor clave de independencia, fortaleza y progreso de un país, motivos por los que debería mantenerse y potenciarse. A este respecto, Emilio Muñoz, presidente del Comité Científico de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio), consideró en el foro de discusión “Financiación de la investigación biomédica en un contexto de crisis: un compromiso público-privado”, organizado por el Instituto Roche la pasada semana, que es “urgente y necesario un cambio de actitud”.

Durante este encuentro, en el que se definió el panorama de la investigación biomédica actual, Agustín Zapata, catedrático de Biología Celular de la Universidad Complutense de Madrid y ex subdirector del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), incidió en que “el objetivo principal y final de la investigación biomédica es la prevención de las enfermedades y la curación de los pacientes”, pero aseguró que era posible que los recortes de financiación a los que ha sido sometida la industria farmacéutica “se vinculen con peores resultados futuros en la atención de estas necesidades”.

Por su parte, Joaquín Arenas, subdirector general de Evaluación y Fomento de la Investigación y de Redes y Centros de Investigación Cooperativa del ISCIII, estimó que la falta de cumplimiento de los compromisos adquiridos en esta área obstaculiza su crecimiento. Entre las promesas incumplidas están las acordadas a nivel europeo, las referentes a volumen de financiación y al aumento del peso de la inversión privada (la Estrategia de Lisboa fijaba que en 2010 debía suponer el 66 por ciento de la inversión en I+D). Pese a este contexto de crisis, Arenas lamentó que este tipo de inversión “en nuestro país es mínima”.

Además, Francisco Fernández, catedrático de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, resaltó el lastre que supone para la investigación biomédica española la burocracia, denunciada por los investigadores independientes. Algo que, según Avilés, alcanza también al ámbito de los estudios clínicos, un campo que adolece, además, de falta de financiación de ensayos en fases iniciales por el poco poder económico de las empresas españolas.

Todos ellos son escollos a superar en un momento en el que esta área científica se ha encarecido y en el que se merma el valor del capital humano que la potencia. Por ese motivo, Muñoz incidió en que sobreponerse a esta situación pasa por admitir que el sector es un pilar decisivo en el sistema productivo y por concebirlo como una inversión, y no como un gasto.

Por su parte, Avilés propuso incorporar el sector productivo a la investigación biomédica de las instituciones sanitarias y “cuidar a los profesionales”. Igualmente, Zapata instó a mantener los centros de excelencia en I+D, un cometido para el que Avilés señaló a los hospitales. “Deben constituirse como plataformas de I+D+i”, afirmó. Asimismo, instaron a fomentar las estructuras de investigación cooperativas para consolidar el sector.