c. r. Madrid | viernes, 15 de junio de 2012 h |

¿Es segura la PDD? Según los médicos, no. Para la Organización Médica Colegial (OMC), existe una necesidad de cambio en el modelo de dispensación por razones asistenciales, de salud pública y de equidad, que no obvian los aspectos económicos. “Está significando una aportación económica muy importante a la industria productora/distribuidora y a las oficinas dispensadoras”, subrayan los médicos. Efectivamente, el consumo de la PDD ha crecido con su venta libre, pero según la Aemps no ha implicado un incremento del número de notificaciones de reacciones adversas graves.

El crecimiento de las unidades distribuidas entre 2008 y 2011 (ver tabla), según el informe de la agencia, fue del 37,1 por ciento. El mayor incremento rodeó al cambio de estatus de la píldora, pero una vez equilibrados los stocks, el crecimiento de la distribución se moderó. De hecho, lo ocurrido entre estos años es una disminución paulatina de la distribución a instituciones (73 por ciento) que se ha desplazado hacia mayoristas (incremento del 162 por ciento), de modo que, según la Aemps, “no hay que interpretar aisladamente los datos de distribución a farmacia” porque reflejan, al menos en parte, la distribución a través del canal farmacéutico de lo que antes se distribuía en centros de planificación u hospitales públicos.

A pesar del incremento en su consumo, los efectos de la PDD no han variado sustancialmente de los ya mencionados en los informes de 2008 y 2009. Es una de las primeras conclusiones de la Aemps, que añade que los datos de notificación espontánea indican que las reacciones adversas detectadas con más frecuencia son de carácter leve y ya están recogidas en la ficha técnica del medicamento. Únicamente, y como medida de precaución, la información de estos medicamentos incluirá una advertencia para mujeres con antecedentes de tromboembolismo venoso o historia personal o familiar sugerente de trombofilia.

El subgrupo más polémico

El consumo en mujeres de edad inferior a los 16 años es todavía el gran agujero negro de la PDD, cuyo mayor o menor freno ha motivado precisamente buena parte de la variabilidad en los países que contemplan su venta libre. Existen pocos datos disponibles, por lo que no es posible extraer conclusiones específicas y robustas para este subgrupo de edad.

Para la OMC, la venta libre de la píldora en menores de 16 años supone una “banalización del consumo”, que puede conllevar riesgos para la salud: según sus datos, la PDD no ha disminuido la cifra de los abortos, ni los embarazos no deseados. Los médicos recuerdan, además, que “la venta libre y sin receta no posibilita ningún tipo de registro ni de control del consumo”, lo que impide conocer la epidemiología y las consecuencias de su uso tanto a nivel individual como a nivel colectivo.

El tercer informe en discordia, el de la Sociedad Española de Ginecología (SEGO), intenta arrojar algo de luz sobre las dudas de los médicos. En este sentido, presentó al ministerio los resultados de una encuesta elaborada un año después de la venta libre de la PDD. Sus resultados indican, entre otras cosas, que ninguna mujer utilizó la píldora como anticonceptivo habitual; que su uso es ocasional y no es un método sustitutivo de otros anticonceptivos.

No solo los informes de esta sociedad y de la Aemps se enfrentan al de la OMC. Esta organización ha tenido que salir al paso de las consideraciones vertidas por el portavoz de Sanidad del PSOE en el Senado, Roberto Lertxundi, que la calificó de “gremial” y “no científica” y la acusó de buscar “un mayor papel de los médicos”.