El Global Madrid | viernes, 09 de enero de 2015 h |

Los Informes de Posicionamiento Terapéutico (IPT) comienzan a ser habituales en el SNS y son valorados positivamente por muchos expertos del ámbito sanitario. Sin embargo, no cumplen las expectativas de todos, por lo que los ponentes aprovecharon el encuentro para extraer los pros y contras de estos informes y, de paso, instar a las autoridades a que les permitan prescribir aquellos fármacos que consideren más oportunos, teniendo en cuenta el perfil y situación de cada paciente.

Como herramienta de armonización, la idea de los IPT es “buenísima”, alegó González-Haba, mientras que Cubedo resaltó que es un instrumento “a favor de los oncólogos”, pero también es “un parche para tratar de solucionar un problema que no debería existir como es el de la falta de equidad que hay en España”.

Lo que quedó claro es que dichos informes no pueden decir nada distinto a lo que ya se dice a nivel europeo, de modo que su función consiste en recrear la indicación del fármaco pero “de un modo un poco más amplio”, aseguró García-Foncillas. Y, en este sentido, el presidente de la SEFH se mostró a favor de esta herramienta, siempre y cuando se realice a nivel central, “eliminando las duplicidades que se pueden derivar al existir múltiples organismos de evaluación”. No obstante, aclaró que tal y como se están desarrollando, las decisiones que se toman en el hospital siguen siendo un pilar básico a la hora de evaluar un nuevo fármaco, ya que la estructura de estos informes es “insuficiente”.

Otro de los puntos débiles de los IPT es que no llevan asociada una evaluación económica, de modo que eso dificulta al profesional conocer cuál es el techo de gasto en el que se puede amparar. La indicación debería tener límites y referencias económicas de algún modo, apuntó García-Foncillas. En este punto, Poveda hizo alusión al trabajo que está haciendo el Grupo Génesis en la evaluación y selección de medicamentos “que ha demostrado la solidez y experiencia necesarias para participar y contribuir en dicho proceso”.

Los expertos también lamentaron la falta de transparencia. “Es sencillo tener acceso a los IPT de los fármacos, pero respecto a la asignación de precios no hay información pública, ni se conocen los criterios que se siguen, ni las fechas, etcétera”, lamentó Cubero. Por ello, apuestan por los registros y bases de datos que permitan comparar, por ejemplo, las tasas de respuesta a tratamientos por parte de los pacientes entre hospitales.

Con todo, los expertos reconocieron que sería de gran ayuda homogeneizar la práctica clínica, pero que es un objetivo muy difícil, puesto que la realidad es muy heterogénea. “No puede haber diferencias entre comunidades y hospitales de la misma ciudad (…). Se ha llegado a un nivel flagrante que, en el fondo, tiene connotaciones éticas y legales”, subrayó García-Foncillas.

No obstante, González-Haba puntualizó que, en su opinión, “la inequidad no está en los fármacos que tienen IPT, sino en tratamientos oncológicos de alto coste que no lo tienen”. De igual modo, aseguró que serían “muy útiles” para ir hacia modelos que permitan pagar por el valor real de los tratamientos. “Se está avanzando más hacia modelos más centralizados y que, antes que la falta de transparencia, está la falta de agilidad que existe”, concluyó.

Desde el punto de vista clínico, el especialista del Puerta de Hierro incidió en la falta de libertad que tienen algunos profesionales para prescribir aquellas opciones terapéuticas que consideran más adecuados para sus pacientes. “Una comisión de farmacia no debería decidir jamás sobre el tratamiento de un paciente concreto, sino sobre el funcionamiento general”. “No se le puede negar al profesional la libertad de prescripción”, recalcó.

La fórmula para evitar los problemas de acceso a los medicamentos, a juicio de Poveda, pasa por la creación de un fondo centralizado para financiar las innovaciones terapéuticas, que permitiría asegurar la equidad en el acceso a los medicamentos y contribuiría al reparto de riesgos financieros.