FRANCISCO ROSA Madrid | viernes, 12 de septiembre de 2014 h |

La industria farmacéutica establecida en España ha tenido que enfrentar unos años difíciles por la aprobación de sucesivas medidas dirigidas a reducir la factura farmacéutica y por el famoso patent cliff, situaciones que han impactado en sus márgenes y en la rentabilidad que han obtenido de sus inversiones. Para tratar de compensar este impacto, los laboratorios, que están comprometidos con los pacientes y con el Sistema Nacional de Salud, pero que también se deben a sus inversores, han tenido que acometer diferentes reformas estructurales que, en muchos casos, han tenido como consecuencia la reducción de sus plantillas (6.000 empleos perdidos solo entre 2008 y 2012 según Farmaindustria). Una situación que tiene visos de continuar, como se ha constatado con el reciente anuncio de Roche, y que ya había sido augurada por Pedro Luis Sánchez, director del departamento de Estudios de la patronal: “Si se cumplen las previsiones de evolución del gasto y tenemos un par de años más de caídas absolutas, no es previsible que se recupere el empleo perdido. De hecho, es probable que algunas empresas tengan que acometer nuevos despidos”.

En lo que respecta a la operación de Roche, afectará a unos 100 trabajadores de las áreas comerciales y de soporte. La noticia choca con el anuncio de siete nuevos lanzamientos previstos para este año, algunos de los cuales aún no han tenido lugar. Concretamente, afectará a empleados de las áreas de marketing, médico, govermental affairs y finanzas, entre otros, confirman desde Roche. Los motivos esgrimidos por el director general, Andreas Abt, tienen que ver con “los cambios en el entorno y el impacto de las medidas de control de gasto farmacéutico”, que han mermado el crecimiento de las ventas de este laboratorio en España en los últimos años.

Unos motivos que se incluyen entre los que adujo la alemana Boehringer Ingelheim, que anunció en abril su necesidad de prescindir de unos 80 empleados. Desde su filial incluso se atrevieron a precisar que, además de las medidas que afectan a todo el sector y los efectos de algunas pérdidas de patente, eran la disminución del precio de Spiriva y Pradaxa (con un impacto previsto de 9,7 millones de euros en 2014), las restricciones de acceso al mercado de los nuevos anticoagulantes y las dificultades para obtener el precio y reembolso para nuevos productos las causas que habían motivado esta decisión.

Junto a estos anuncios negativos y recientes de parte de compañías multinacionales en el último año, cabe hacer mención a la española Almirall, que tuvo que emprender 180 despidos en nuestro país. En una entrevista con EG, el nuevo director general para España, Israel García, apelaba igualmente a la reducción de las ventas en el mercado nacional, una evolución que, según dijo, ha ido en consonancia con la caída del gasto farmacéutico. Y en relación con esto, García lanzaba unas previsiones poco halagüeñas, entendiendo que la cifra de negocio de esta compañía va a ir a la par del crecimiento del gasto, que según algunas fuentes especializadas no retomará un crecimiento en términos absolutos hasta 2017.

Otros procesos previos

En los años anteriores a 2014, ya se había impulsado un número elevado de expedientes de regulación de empleo en el seno de las compañías de la industria farmacéutica que operan en España. En este sentido, habría que destacar los 200 despidos aplicados por la alemana Merck en 2012, o los 140 de MSD de su planta de San Agustín de Guadalix. La primera para ajustar su estructura; la segunda, como paso previo al cierre de una planta que finalmente fue vendida.

En una línea similar operó la americana Pfizer en 2011. En su caso, el anuncio afectaba a 220 empleos, en torno al 10 por ciento de la estructura total. En todo caso, según confirmaron a EG fuentes autorizadas de la filial, “se trata de un proceso de reestructuración que comenzó entonces y continúa a día de hoy”. Por lo tanto, no puede entenderse esta cifra como definitiva.

Otra de las compañías que en su momento tuvo que hacer una dura reducción de su plantilla fue la francesa Sanofi. En su caso, han sido un total de tres los procedimientos abiertos: dos en 2008, antes incluso de la aprobación de los reales decretos; y uno en 2010, año en el que llegaron los dos con más impacto en los márgenes de los laboratorios, el RDL 4/2010 y el RDL 8/2010. En total, la filial prescindió del 20 por ciento de sus trabajadores para poder afrontar los retos a los que se enfrentaba para garantizar su competitividad.

A pesar de ello, tanto Sanofi como alguna de las compañías citadas que se vieron envueltas en la aplicación de ajustes pueden hoy sacar pecho con el anuncio de nuevas incorporaciones. Concretamente, la francesa confirmaba a EG la contratación de 70 nuevos profesionales entre 2013 y 2014. “Ahora estamos en un proceso de estabilización de nuestra plantilla y hemos procedido a contrataciones en áreas que era necesario reforzar. Sobre todo aquellos equipos relacionados con nuestras plataformas de crecimiento, nuestros nuevos lanzamientos y los nuevos roles de la industria farmacéutica”, explican.

Un caso parecido es el de la filial de la alemana Merck. Las malas noticias de 2011 están siendo revertidas con anuncios de inversión, que también traen puestos de trabajo. Así, desde la compañía aseguran que “es preciso hacer frente a nuevas necesidades por un incremento de la producción”, lo que se va a traducir en un aumento de la plantilla en unas 53 personas. En total, se incorporarán 20 personas a la planta biotecnológica de Tres Cantos. Por otro lado, la planta química, la planta farmacéutica y el área de calidad de sus instalaciones en Mollet del Vallés requerirán la llegada de 30 nuevos trabajadores.

Y en el apartado de los ejemplos positivos, también hay que situar a compañías como Novartis, Bayer o Celgene, cada una con sus particularidades. En el caso de la primera de ellas, no se conocen noticias negativas. La filial ha pasado de los 2.880 empleados en 2011, a los 3.099 en 2013, y no hay previsión de recorte.

Por la parte de Bayer, fuentes de la compañía aseguran que, pese a las dificultades de estos años, se ha logrado mantener una cierta estabilidad por “la necesidad de asegurar el éxito del lanzamiento de los nuevos productos”. Esto, aseguran, “ha compensado de alguna manera el impacto que hubiera supuesto en los empleados la caída de las ventas”.

Por último, en lo referido a Celgene, buena parte de ese crecimiento viene dado por su corta pero ascendente trayectoria en nuestro país. Concretamente, abrió instalaciones en España allá por 2006, año en el que contaba con 13 empleados. Actualmente ya son más de 120 empleados.

Dicho esto, habría que añadir que en todos los casos analizados, los negativos y los positivos, las nuevas circunstancias han obligado a las compañías a un profundo proceso de reorganización interna.

Farmaindustria auguraba recientemente que la evolución negativa del gasto podría traer nuevos despidos

Todas las empresas están modificando sus modelos organizativos para adaptarlos al nuevo contexto