alberto cornejo
Madrid
España es ya el segundo país europeo, por detrás de Francia, en el que mayor número de antibióticos se consumen (aproximadamente 56 millones de dosis al año). Sin embargo, lo más preocupante estriba en que buena parte de ese consumo es inadecuado, sin supervisión o prescripción médica, lo que ha propiciado que el aumento de las resistencias a estos fármacos se ha multiplicado por siete en nuestro país.
Al igual que muchas otras entidades y colegios farmacéuticos, con vistas a revertir esta situación y con motivo del Día Europeo del uso Prudente de Antibióticos celebrado el pasado 18 de noviembre, el Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña organizó una jornada informativa en la que el vicesecretario de la asociación Pharmaceutical Care, Benet Fité, fue el encargado de analizar cómo pueden contribuir las farmacias a la erradicación de este mal uso por parte de la población.
Pregunta. ¿Qué factores explican este elevado consumo de antibióticos en España?
Respuesta. En la última década hemos asistido en España a lo que los profesionales denominamos ‘alegría antibiótica’, que trajo un abuso de las prescripciones, de las dispensaciones y del consumo inadecuado.
Pregunta. A las farmacias se les responsabiliza en buena parte del abusivo e inadecuado consumo de antibióticos por considerar que la población ha accedido a ellos adquiriéndolos sin receta en las farmacias. ¿Está de acuerdo?
Respuesta. Tenemos datos que dicen que el 23 por ciento de las demandas de antibióticos en las boticas se hace sin receta. Ahora bien, hay que señalar que la mayor parte de estas demandas se realizan sin una receta física, pero sí con una prescripción previa, como puede ser la continuidad de los tratamientos, la visita a las farmacias con un informe de urgencias o la llamada prescripción telefónica, cuando por ejemplo un paciente llama a su dentista por un dolor y éste le recomienda la toma de un antibiótico.
P. ¿Cómo luchar entonces contra el consumo inadecuado?
R. Hay que incidir en la automedicación, los que vienen por iniciativa propia a por estos medicamentos, estas personas deben ser derivadas al médico. Y también dar cobertura legal a esas dispensaciones necesarias.
P. ¿Cómo puede asegurarse el farmacéutico de que esa posible dispensación es necesaria y segura en cuanto al posterior uso?
R. Estableciendo una dispensación protocolizada. Por ejemplo, con la realización de varias preguntas de forma previa. Los farmacéuticos somos profesionales sanitarios y sabríamos distinguir cuándo es necesario el fármaco y cuando puede tener un uso indebido.
P. ¿Con esta protocolización sería segura la venta libre?
R. Yo creo que sí, siempre que esté protocolizada. Otra propuesta, realizada por médicos, sería permitir la venta libre únicamente de ciertos antibióticos y sólo para determinadas circunstancias, dejando bajo prescripción los que más resistencias provoquen.
P. En Reino Unido se permitió en 2008, por primera vez, la venta libre de un antibiótico para tratar la clamidia. ¿Ha supuesto que se registre un mayor consumo?
R. En Pharmaceutical Care hemos estudiado el caso y no tenemos constancia de consecuencias negativas. En España nos falta ese espíritu de probar.
P. ¿Se ha trasladado alguna de estas propuestas de forma oficial a la Administración?
R. La jornada en la que hablamos sobre esto estaba organizada por el departamento de Salud de Cataluña, y en las conclusiones plasmaron su intención de analizar esta situación.
P. Y la población, ¿es consciente de que el consumo inadecuado no sólo perjudica a la propia persona sino al resto de la población?
R. Lo desconoce. De ahí la importancia de la información. Hay que recordar que la aparición de resistencias provoca al año más muertes que muchas patologías.