José María López Alemany
El vicepresidente de la Comisión Europea, Günter Verheugen, lo ha dicho muy claro: “Si creen posible prescindir de la DTC, sólo conseguirán que la de manda de información encuentre otras salidas”. Y es que es cierto que la información sobre asuntos de salud es una de las más demandadas en Internet, tal y como aseguran numerosos informes, por lo que no es posible poner puertas al campo en esa exigencia de información por parte de los ciudadanos.
Y ahora, ya que el problema está ahí, lo que hay que decidir es si se deja como hasta ahora o si se regula para que la información existente, al menos de fuentes reconocidas cumpla unos requisitos exigibles para que el ciudadano pueda llegar a entender lo que él quiere buscar.
Todo el sector farmacéutico, los gobiernos y la propia Comisión Europea están de acuerdo en que no es posible, ni sería bueno, una DTC al estilo americano. Es un buen punto de partida. Lo que no entiendo son las reticencias a seguir avanzando en este ámbito para tratar de frenar los daños que se pueden estar produciendo ya hoy en día a causa de una información incorrecta o una dificultad por parte de los pacientes para entender lo que se expone. Todos esos problemas son los que se deben abordar en la regulación de la DTC europea. Y debe hacerse a la mayor brevedad posible.
Por eso, aquellos países a los que se refiere Verheugen que tienen “alergia” a la DTC deberían poner en una balanza la información contrastada, veraz y con algunos límites, frente a la imposibilidad de asegurar una virginidad informativa en materia sanitaria a día de hoy. La decisión es clara.