| viernes, 02 de septiembre de 2011 h |

José María López Alemany

El último decretazo del Gobierno lleva el ahorro hasta el último extremo. Tanto que amenaza con perjudicar gravemente a los pacientes y sus opciones de tratamiento futuro. El trato que el Real Decreto-ley 9/2011 da a las innovaciones, ya sean galénicas o no es, desde mi punto de vista, cuestionable.

En primer lugar, a la hora de la financiación la nueva redacción del artículo 89 de la Ley de Garantías obliga a tener en cuenta la comparación de los nuevos medicamentos “con alternativas terapéuticas para las mismas afecciones a menor precio o coste de tratamiento”. Algo que, sobre el papel podría resultar lógico pero que dada la poca utilización de las técnicas de evaluación económica e incluso la inexistencia de una estandarización de las metodologías, puede ser la puerta a la arbitrariedad. Una más.

Por otro lado, me llama la atención el tratamiento que se da a las innovaciones galénicas. Bien es cierto que no se cambia el escenario a las innovaciones ya declaradas, pero sí que se modifica, y mucho, el de las futuras. Desde mi punto de vista la nueva legislación lejos de ser un incentivo al desarrollo de nuevas formas galénicas que beneficien a los pacientes, es todo lo contrario.

¿Qué se ofrece a una compañía para que desarrolle una versión bucodispersable de sus medicamentos? Nada. Tras la fuerte inversión realizada por dicha compañía, si a los dos años, dos meses o dos días, una compañía de genéricos saca una formulación similar, se acabó la exclusión del SPR. Toda la inversión se habrá hecho sin obtener ningún beneficio. Entonces, la pregunta es ¿habrá en un futuro más o menos innovaciones que ahora?