| viernes, 07 de octubre de 2011 h |

José María López Alemany

Era casi imposible que la realidad fuera distinta. Si se aprueba un 19 de agosto una modificación sustancial del modelo de prestación farmacéutica para estar definitivamente implantada un 1 de noviembre y, mientras, el sector tiene que enterarse de los cambios, bajar precios, revisar estructuras e iniciar su adaptación, lo más probable es que la situación sea desesperada.

Los más de 160 asistentes que acudieron a la cita de IMS y EG, convocados en un plazo de solo cinco días hábiles, son un síntoma de la desinformación total existente en el sector y la necesidad atajarla con transparencia. Una desinformación que fue mitigada, aunque no pudo ser combatida en su totalidad porque las propias autonomías no han tenido tiempo para terminar de aclarar los procesos que implican los cambios.

Por otro lado, una prueba más del tremendo ‘cacao’ en el que nos estamos moviendo ha sido la revisión de los precios menores y sus consecuencias, una vez que ya son públicos los listados definitivos. Que el 11 por ciento del listado de precios menores, es decir, 1.061 presentaciones, muchas de ellas genéricas, se hayan situado por encima del precio menor de su agrupación correspondiente, siendo excluidas de facto de la prestación ante una PPA, es un claro síntoma del desbarajuste que se ha producido.

En esta situación es muy difícil para los agentes del sector dar respuesta clara a los cambios tan profundos que se acercan. Unos cambios que harán desaparecer compañías. En algunos casos por no tener productos competitivos y otros solo por fiarse de determinados argumentos y sentarse a esperar a que nada cambie. Triste pero cierto.