| domingo, 07 de diciembre de 2008 h |

José María López Alemany

Nadie duda de que gran parte de los avances sanitarios se debe a la incorporación de las innovaciones, entre las que los medicamentos son una de las más evidentes. También es lógico que esas innovaciones tengan un coste superior a las tecnologías y medicamentos que vienen a sustituir. Por último, es deseable y casi obligatorio que un sistema sanitario como el español disponga de los mejores y más modernos avances a disposición de los pacientes. Esta incorporación, como ya he comentado, resulta costosa para el sistema, pero cómo dice José Martínez Olmos, secretario general de Sanidad, habrá que pagarla.

¿Y de dónde saldrá el dinero para hacerlo? Hablar de copagos sigue siendo poco menos que nombrar la soga en la casa del ahorcado, al igual que pedir que no se financien las prestaciones menos eficientes o dirigidas a trastornos de menor gravedad.

Hasta el momento, gran parte de la eficiencia del sistema sanitario español se ha basado en el bajo precio de los medicamentos y el bajo coste salarial de los profesionales. Aun así, estas dos partidas suponen aproximadamente el 75 por ciento del total del gasto sanitario público en España. Pero es lógico que los médicos reclamen mejoras salariales y que los medicamentos e innovaciones, cuesten más. Y aquí es donde viene la pregunta del millón. ¿Es posible hacerlo sin subir los impuestos, ni aplicar copagos ni realizando ‘medicamentazos’? ¿O es que se está pensando en nuevos recortes para el sector en un futuro próximo?

Lo que está claro es que la cuadratura del círculo no es posible.