| viernes, 18 de marzo de 2011 h |

José María López Alemany

Los contratos de riesgo compartido se vislumbran como uno de los instrumentos más importantes en la gestión de la prestación farmacéutica. Así al menos lo cree Gabriel Morelli, director general de IMS Health, en una entrevista que publicamos esta misma semana.

Que es así, estoy convencido, la cuestión es cuándo será realidad. Es la misma situación que vivimos los medios de comunicación impresos. Sabemos que el futuro está en Internet, lo que no somos capaces de aventurar es lo próximo o lejano que está ese futuro. ¿Un año, diez?

Con los contratos de riesgo compartido sucede lo mismo, ya que existe una dificultad muy importante para poder valorar y determinar el éxito en cada uno de los tratamientos. Existe, por tanto, la incertidumbre de saber cuándo va a ser posible medir fácilmente y asignar valor a lo obtenido por los medicamentos y, además, las autoridades sanitarias aún no lo ven como imprescindible. Por ello, mientras esas incertidumbres persistan lo más fácil es quedarse quieto y observar a la competencia, como dice Morelli. Es lógico, ya que entre los pioneros no sólo hay héroes, hay muchos más en el olvido. Y nadie a estas alturas quiere arriesgar.

Pero no nos engañemos. Mañana este tipo de contratos serán lo habitual. Una medicina personalizada en los resultados, pero también en los costes, y que sin duda se llevará por delante a aquellas compañías que no hayan dado los pasos adecuados para estar preparados y entrar en el nuevo juego del todo o nada de la prestación farmacéutica. Eso sí, quienes tengan realmente productos eficaces no tienen nada que temer. Es más, desearán que ese día llegue cuanto antes.