| viernes, 14 de enero de 2011 h |

José María López Alemany

Durante el pasado año, al igual que en España, las noticias de recortes en el ámbito del medicamento fueron frecuentes en toda Europa. Lamentablemente, este año no ha empezado mejor y ya son varios los países que han anunciado nuevas medidas de control del gasto y bajadas de precios de los medicamentos a lo largo de toda Europa.

A pesar de que se trata, en general, de malas noticias para el sector, de todas ellas me gustaría resaltar el caso del Reino Unido, único en recordar en un informe sobre las modificaciones que van a realizar que “no es tan fácil como conseguir el precio más bajo posible. Esta aproximación podría desincentivar la inversión en I+D, con la consecuencia de que los pacientes no se beneficiarían de nuevos tratamientos innovadores”.

Y es que, es cierto que lo fácil es bajar los precios de los medicamentos. El mismo que los fija y los cambia es el que paga y el que, por si acaso, tiene el BOE para ir más allá si es necesario. Lo difícil es conciliar los intereses y necesidades del sector y el SNS, así como establecer pautas y criterios objetivos para la toma de decisiones que se realizan a la búsqueda de la sostenibilidad.

El asunto de la sentencia de la Audiencia Nacional sobre la Orden de Precios de Referencia de 2009 y las nulas repercusiones que, hasta el momento, ha tenido sobre la OPR de 2011, es un caso más de la falta de conciliación de intereses de ambas partes. El ministerio, consciente de que nadie en el sector se atreverá a pedir indemnizaciones por la utilización de medicamentos no comercializados no rectifica en la orden de 2011, y a la industria y a la farmacia no les queda más que seguir recurriendo y patalear.