Alberto Cornejo Madrid | viernes, 17 de abril de 2015 h |

Semanas después de que una web, www.recetamedicaonline.es, irrumpiese en el sector ofertando la posibilidad al usuario de solicitar a iniciativa propia y en apenas “dos minutos” la prescripción de medicamentos de venta con receta, el sector sanitario, así como el Ministerio de Sanidad, continúa sin tener una idea sólida de la legalidad o no de esta iniciativa. Eso sí, al margen de esta cuestión, el equipo médico que ha desarrollado esta plataforma manifiesta que se trata de una “consulta basada en la Telemedicina”, una herramienta que consideran debe formar parte del “presente y futuro” del SNS.

Sus compañeros médicos, así como los farmacéuticos, no ponen en duda los beneficios que puede aportar la Telemedicina en la Sanidad del siglo XXI, pero aquí surge otro debate: ¿Hasta dónde debe alcanzar la Telemedicina? ¿Vale todo? Las opiniones del sector mostrarían cierto consenso en avalar su utilidad en cuestiones como el seguimiento y control de los pacientes y no tanto, al menos a falta de un mayor desarrollo, en aspectos como la prescripción.

Por ejemplo, Rosa Magallón, presidenta de la Red Española de Atención Primaria (REAP), que agrupa a médicos, farmacéuticos y enfermeros de este nivel asistencial, indicó a EG que “la prescripción es un acto complejo que requiere una serie de condicionantes para desarrollarse de forma eficaz y segura; no se trata solo de indicar un medicamento”. Por ello, alertó de que “la prescripción telemática entraña una dificultad obvia en la exploración del paciente y en la comunicación”. Eso sí, Magallón no duda de que en ocasiones “pueda estar justificada”, como una urgencia, “un sistema web estructurado para extender recetas a desconocidos solo puede entenderse como una degradación de la relación médico-paciente”.

También desde la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac) se considera que “la asistencia telemática es un asunto necesario de abordar y conocer”. En este sentido, desde esta sociedad se recuerda que “ya en su día publicamos un código ético para la dispensación online de medicamentos que no requieren prescripción médica, donde se dejaba muy claro que cuando hay medicamentos por medio debe poder ofrecerse una atención asistencial con las mismas garantías que cuando se hace in situ y esto debe suceder todavía con más motivo en medicamentos que necesitan receta”.

También desde la vocalía de Medicina Privada de la Organización Médica Colegial (OMC) se avisa de que, tal como concibe esta web la prescripción telemática, “reduce el acto médico a un simple correo electrónico”, dice su responsable nacional, Manuel Carmona. Precisamente, la asamblea de sus vocalías provinciales, que tuvo lugar el 11 de abril en Córdoba, acordó por unanimidad solicitar a la comisión deontológica de la OMC el estudio de acciones legales que promuevan su “desaparición”.

Positivas experiencias

Si nunca es adecuado generalizar, menos aún en el caso de un campo tan amplio como la Telemedicina y sus variantes. Si bien la prescripción telemática genera dudas en el sector, existen otras experiencias en el uso de tecnologías de la comunicación (TICs) que se están demostrando “útiles” en la atención, seguimiento y control al paciente.

Un ejemplo sería la telemonitorización en la atención farmacéutica domiciliaria. Se trata de una herramienta que permite un control integral del paciente dependiente por la botica “en campos como la adherencia a la medicación hasta mediciones de tensión arterial, anticoagulante, glucosa en sangre, peso o temperatura”, indicó Josep Arasa, especialista en Farmacia Industrial y Galénica. Respecto a su aplicación en servicios como el control de la tensión, cuando el paciente se mide sus parámetros, los resultados son enviados directamente a la botica por teléfono móvil (a través de una aplicación) o vía Bluetooth. Diversos estudios indican que su uso reduce un 25 por ciento de los ingresos hospitalarios y un 19 por ciento las visitas al médico.

Conviene aludir a un programa al que se está dando forma en Cataluña para identificar a pacientes que sufren arritmias no identificada. En este caso, en las boticas se realizaría a los pacientes un electrocardiograma a través de un dispositivo (por ejemplo un iPhone) que se enviaría a un cardiólogo para que valide si esa persona padece una fibrilación auricular o no. También hay experiencias concretas en el uso de TICs para la mejor adherencia terapéutica. Por ejemplo, para que el paciente reciba en sus dispositivos móviles avisos siempre que tenga que tomar una nueva dosis. Para cada acto de toma, en la intranet de la farmacia se refleja si el paciente la ha tomado o no para, en función de ello, actuar en consecuencia.