Un estudio del Observatorio Europeo de la OMS sobre los sistemas de atención sanitaria apuesta por la sanidad pública frente a la privada

El trabajo pone el énfasis en las estrategias de evaluación económica, en el uso racional de los medicamentos y un copago según la renta

| 2009-07-05T18:30:00+02:00 h |

Carlos b. rodríguez

Madrid

Los debates políticos en torno a la sostenibilidad de los sistemas sanitarios se han centrado siempre en cuánto es necesario gastar para asegurar la prestación. La cuestión es relevante, pero debería ir acompañada de otras, como qué servicios, incluidos los farmacéuticos, merece la pena pagar y cuál es la mejor manera de hacerlo. Así lo plantea un estudio del Observatorio Europeo de la Organización Mundial de la Salud sobre los sistemas de atención sanitaria, que concluye que, en el futuro, el gasto sanitario no debe ser incondicional. Antes bien, debería basarse siempre en el coste beneficio y apoyado en un copago más justo.

El estudio parte de la premisa de que “no hay una solución mágica al problema de la sostenibilidad”. No, al menos, sin que los pilares sobre los que se sostienen los sistemas públicos se vean afectados. Eso no significa una apuesta por la sanidad privada, más bien lo contrario. En años recientes se ha producido un gran incremento de la demanda de ciertos servicios, en especial vinculados a la salud mental, cuidados a largo plazo y enfermedades crónicas. El estudio parte de esta idea y pone en tela de juicio los supuestos beneficios de la sanidad privada, no sólo en base a argumentos de equidad y solidaridad, sino en términos de eficiencia.

“La financiación pública también es superior a la privada por su capacidad de asegurar el coste-beneficio y de reducir los costes administrativos, lo que es básico para asegurar la sostenibilidad, tanto económica como fiscal”, señala el estudio, que cita además que los estados que más han confiado en la sanidad privada (Austria, Bélgica, Francia, Alemania y Países Bajos) son también los que tienden a gastar más en gasto sanitario en relación a su PIB.

No obstante, la financiación pública no está exenta de problemas. Allí donde predomina existe una creciente preocupación sobre la dificultad de generar ingresos a partir del alto coste que supone la atención y sobre los progresivos ratios de dependencia ocasionados por el envejecimiento poblacional. Aquí es donde entra en juego el coste-beneficio. Se puede ver un nuevo énfasis en asegurar la calidad de los cuidados y el coste-beneficio en el creciente uso de la evaluación económica de tecnologías sanitarias.

Instituciones e indicadores para monitorizar la calidad y ejecución de los sistemas sanitarios; iniciativas para reforzar aproximaciones innovadoras y coste-efectivas en el manejo de enfermedades crónicas y cuidados preventivos; esfuerzos para estandarizar la práctica clínica y fomentar el uso de las mejores prácticas… Éstas son algunas de las prácticas implementadas recientemente por los Estados miembro para, según la OMS, “deshacer” los efectos negativos de las políticas adoptadas durante los años noventa, centradas sobre todo en la contención de costes.

Rediseñar el copago

Entre ellas, y junto a la evaluación económica, la OMS propone centralizar y simplificar los impuestos para crear una ‘caja única’ sanitaria a nivel estatal. También considera positivo impulsar la financiación per cápita en función del riesgo para asegurar que los recursos van destinados a quien lo necesita.

Junto a la sanidad privada, la OMS alerta de otra estrategia que, a su juicio, no ha funcionado para garantizar la sostenibilidad: el copago, que según el estudio genera “crecientes inequidades en el acceso” a la atención especializada allí donde se vincula al acceso a especialistas. “No hay evidencia que muestre que el copago lleva a un control a largo plazo del gasto en el sector farmacéutico u otros sectores sanitarios”, añade el estudio, partidario de centrar los esfuerzos en el uso racional de los medicamentos.

Más allá, sus autores no dudan del copago como herramienta, sino de su diseño: la experiencia, dice la OMS, dicta que las políticas de copago deberían diseñarse cuidadosamente para minimizar barreras de acceso. En la práctica, esto significaría exenciones para las personas con menos recursos o los enfermos crónicos, algo similar a lo que se ha planteado en España como copago según la renta. “Con un cuidadoso diseño, el copago también puede ser utilizado como herramienta de coste-efectividad”, finaliza la OMS.