carlos b. rodríguez Bruselas | viernes, 24 de octubre de 2014 h |

Victoria definitiva para la Salud Pública europea en su batalla por la responsabilidad de la regulación n farmacéutica. La nueva Comisión Europea echará a andar el próximo 1 de noviembre con algunos cambios en las carteras, uno de los cuales es el abandono definitivo del presidente electo, Jean-Claude Juncker, de trasladar la Agencia Europea del Medicamento (EMA)_a la cartera de Empresa e Industria. El anuncio, que el propio Juncker trasladó a los eurodiputados durante el pleno para votar la nueva composición de la Comisión, ha sido recibido como un éxito que beneficiará a los pacientes y profesionales sanitarios de toda Europa.

“Después de vuestra solicitud, he decidido devolver las responsabilidades relativas a los medicamentos y las tecnologías sanitarias al comisario de Salud”, declaró Juncker a los eurodiputados. “Estoy de acuerdo en que los medicamentos no son un producto como cualquier otro”, añadió. Pero la Comisión Europea tampoco renuncia a los mensajes que hasta ahora ha trasladado de cara a la importancia del sector farmacéutico como industria tractora en Europa. Descartado el trasvase de la EMA, Juncker mantiene su apuesta inicial por un mecanismo de codecisión, de manera que las “políticas relevantes” serán desarrolladas conjuntamente por el comisario de Salud, Vytenis Andriukaitis, y la comisaria de Industria, Elzbieta Bienkowska. Es decir, la Comisión Europea no olvida el enfoque industrial, aunque su permanencia en manos de Vytenis Andriukaitis asegurará aquello en lo que tanto insistían las organizaciones en defensa de la salud pública: que los objetivos en salud irán por delante.

Euforia

Además de indicar que las competencias en medicamentos y tecnologías sanitarias constituyen una parte esencial de la política europea en materia de salud, la marcha atrás de Juncker también manifiesta que la seguridad de los ciudadanos europeos tiene prioridad en la nueva Comisión Europea. “Nos gustaría agradecer calurosamente al presidente electo el compromiso manifestado con la promesa que realizó en respuesta a nuestra carta abierta”, han señalado las 35 organizaciones no gubernamentales que iniciaron la rebelión contra el trasvase de la EMA. En esa respuesta, Juncker había declarado que, como presidente de la Comisión Europea, se aseguraría de que la salud pública fuera “al menos tan importante” como las consideraciones de mercado interior.

Estas organizaciones han peleado la batalla hasta el final. En los días previos a la votación del Pleno de la Eurocámara, la Alianza Europea por la Salud Pública (EPHA)_había lanzado una campaña en las redes sociales que alcanzó a casi 110.000 personas de toda Europa. El objetivo era recabar nuevos apoyos para convencer a los eurodiputados de la necesidad de rechazar el traslado de la EMA durante la votación del nuevo Colegio de Comisarios por tratarse de un “desastre potencial” y situar en un segundo plano los objetivos en salud pública para “apaciguar a las grandes empresas”.

Más de un 70 por ciento de los que acudieron al llamamiento, según datos iniciales de la EPHA, estuvieron de acuerdo en la necesidad de mantener intacta la filosofía que había llevado al ex presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, a situar en la dirección general de Salud (Sanco) la Agencia Europea del Medicamento: reforzar la capacidad de Europa para responder a las pandemias y gestionar desde la Comisión Europea las responsabilidades en materia de medicamentos y tecnologías sanitarias de acuerdo con los gobiernos nacionales. En todos los países miembro de la Unión Europea las competencias en Farmacia y tecnologías sanitarias están ubicadas en los ministerios de Sanidad, y no en Industria.

Además de para las ONG, la decisión de Juncker también ha supuesto un éxito para los parlamentarios del ENVI (Comisión de Salud del Europarlamento) disconformes con el futuro planeado para la EMA. Todos ellos confían en que el nuevo giro de guión firmado por el presidente electo asegurará, a partir del próximo 1 de noviembre, una mejor política sanitaria para los ciudadanos europeos y asentará la seguridad como el criterio principal a la hora de hablar de medicamentos.