Tras las reticencias de la oposición republicana al proyecto demócrata, ambos partidos negocian una propuesta menos ambiciosa

Un proyecto, propuesto ante el Senado por el demócrata Max Baucus, excluye la opción de seguro público que defiende el presidente

| 2009-09-18T17:20:00+02:00 h |

Del fracaso de Clinton a la reforma de Obama

La oposición que actualmente se ha encontrado Barack Obama para sacar adelante su reforma sanitaria no es algo nuevo en casa de los presidentes demócratas. En este sentido, Bill Clinton ya se encontró con el mismo problema cuando quiso aprobar su Health Security Act, que obligaba a los empresarios a pagar el 80 por ciento del coste del seguro médico de sus empleados.

Vicenç Navarro, catedrático de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra y uno de los expertos que trabajó en la ‘reforma Clinton’ cuando ésta fue retomada por Hillary Clinton, indica que el fracaso que ha perseguido a este tipo de reformas se ha debido a las reticencias de las aseguradoras privadas y el poder que su lobby ejerce sobre la financiación de las campañas políticas. Para Navarro, las propuestas que se barajan en este momento significarían un “paso adelante”, aunque considera que serían “insuficientes” para resolver el enorme coste del sistema y dar cobertura universal. Y es que, para él, las compañías de seguro privadas dominan la financiación y la gestión sanitaria.

M. Raspal/ S. ABRAMOVSKY

Madrid/Washington

La reforma sanitaria estadounidense impulsada por Barack Obama se ha convertido en el gran caballo de batalla de éste. El proyecto inicial defendido por el presidente estadounidense se ha encontrado con la fuerte oposición del partido republicano y de buena parte del ala conservadora de su propia formación. Una oposición que ha provocado que uno de los proyectos bandera de Obama haya reducido sus expectativas iniciales en aras de alcanzar un acuerdo para que esta ley pueda empezar a andar y dé su primer paso esta semana en el Comité de Finanzas del Senado.

La puesta en marcha de la ley de reforma sanitaria pasa necesariamente por un acuerdo entre demócratas y republicanos. Una entente que es negociada en el Senado por el denominado ‘Grupo de los Seis’, formado por tres miembros de cada partido del Comité de Finanzas de la Cámara Alta, y que deberá suavizar el proyecto inicial si es que se quiere que salga adelante una ley de reforma.

En este grupo se encuentra el presidente del Comité de Finanzas del Senado, el demócrata Max Baucus, que presentará para su votación esta semana un proyecto que, si bien no cumple completamente las expectativas de la Casa Blanca, garantizaría la cobertura sanitaria para los más de 30 millones de estadounidenses que carecen en la actualidad de seguro médico. Eso sí, la propuesta de Baucus excluye a varios millones de inmigrantes ‘ilegales’. Una ausencia de cobertura médica que, según un estudio de la Universidad de Harvard, causa la muerte de unas 45.000 personas.

No al seguro público

El proyecto de Baucus, sin embargo, no recoge una de las grandes apuestas de Obama: la creación de un seguro público que compita con los planes privados de cobertura médica. Pese a ello, ‘el plan alternativo Baucus’ sí apuesta por favorecer la creación de cooperativas sin ánimo de lucro, las ‘Co-Ops’, que ofrezcan seguros privados en condiciones más competitivas que las de las aseguradoras. Unas cooperativas que no podrían rechazar, como ocurre actualmente con las aseguradoras privadas, a ningún cliente por motivos médicos previos a la contratación ni rescindir la cobertura de su servicio por el agravamiento o la prolongación de su enfermedad.

Por otro lado, la opción de Baucus reduce, tal y como pretenden los republicanos, el coste total de la reforma del sistema apuntada en un primer momento por Obama, superior al billón de dólares. Así, este proyecto cifra el coste de la reforma en 856.000 millones de dólares (unos 583.000 millones de euros) a gastar en diez años. ¿Cómo se financiaría? 507.000 millones de dólares saldrían de las reducciones en el despilfarro mientras que el resto correspondería al establecimiento de nuevos impuestos, que afectarían de especialmente a las aseguradoras.

Obama se la juega

Los recortes introducidos al proyecto inicial no garantizan, sin embargo, que el proyecto de Baucus salga adelante, lo que enquistaría aún más una situación en la que Obama se juega gran parte de su crédito político. La reforma sanitaria fue una de las armas esgrimidas por el actual inquilino de la Casa Blanca para acceder a la misma, y ha hecho de esta reforma una batalla casi personal.

Por ese motivo, será Obama el que tenga que optar por uno de los dos caminos que ahora se le ponen por delante: mantener su idea inicial y no renunciar a establecer un seguro público o tratar de aunar voluntades y sacar adelante una reforma que pueda contar con el apoyo de los republicanos. Una encrucijada sobre la que Obama ya ha dado alguna pista al indicar que el establecimiento de un seguro privado no era un requisito imprescindible para aprobar la ley.

Obama podría de esta forma, con la renuncia de establecer un seguro público en aras de conseguir pactar la universalidad del sistema, conseguir el apoyo de los republicanos más progresistas. Un apoyo que podría ir unido a la pérdida de los votos del ala más a la izquierda de su propio partido, que no está dispuesta a renunciar a esta idea.

En un principio, el visto bueno a este proyecto menos ambicioso por parte del Senado, en el que hay una mayoría de senadores demócratas conservadores, parece que podría ser solventado con éxito. El problema para Obama vendría una vez que llegue a la Cámara de Representantes, donde el ala demócrata más progresista podría dar el primer gran golpe a los planes del presidente.

El momento de actuar

“El tiempo de los juegos ha terminado. Ahora hay que actuar”, manifestó Obama durante su reciente intervención en la sesión conjunta de la Cámara de Representantes y del Senado, donde defendió la necesidad de llevar a cabo esta reforma.

Unas declaraciones que repitió la semana pasada durante un mitin celebrado en la Universidad de Maryland. “No aceptaré el status quo como solución”, indicó. Sin embargo, no aclaró si el proyecto de Baucus saldría adelante, tal y como ya ha ocurrido con otros cuatro borradores que no contaron con el apoyo de dos tercios de los legisladores.