| viernes, 22 de julio de 2011 h |

Se cierra un curso en el que se han notado, y mucho, los recortes con los que el Gobierno ‘obsequió’ el año pasado al sector farmacéutico el pasado año: el RDL 4/2010 y el RDL 8/2010. Dos puñaladas económicas que durante este último curso se han agravado en base a una serie de iniciativas que buscaban el modo de aflojar el nudo financiero que aprieta las gargantas de unas arcas que se encuentran más allá del límite. Y, de este modo, los responsables sanitarios autonómicos, forzados o no por los presidentes de sus respectivas comunidades, se han sacado de la chistera ideas como el cataloguiño gallego, las subastas andaluzas, el borrado de marcas en Castilla-La Mancha o País Vasco, o la salida de medicamentos de diagnóstico hospitalario del canal de oficina de farmacia para ser dispensados en exclusiva por farmacias hospitalarias. Iniciativas, todas ellas, que no han aflojado lo suficiente ese nudo que ahoga sus cuentas y que, por el contrario, si han apretado el que hace lo propio a las economías de los distintos agentes de la comunidad del medicamento.

Ha sido un curso complicado, con elecciones autonómicas de por medio, que tampoco parece que haya despejado los temores que siempre sobrevuelan las cabezas de los distintos agentes del sector. Eso sí, un curso en el que, por primera vez, se produjo una manifestación conjunta de todos ellos en contra de estas iniciativas autonómicas y la falta de liquidez con la firma por parte del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, Fedifar, Farmaindustria y Aeseg de un “Manifiesto por la Sostenibilidad y la Cohesión de la Prestación Farmacéutica”. Un documento que debería ser tomado como bandera por todos y cada uno de los agentes de la comunidad del medicamentos para tratar de reivindicar y lograr que los representantes políticos sigan viéndoles como una caja en la que se puede meter la mano cuando vienen mal dadas. Es, posiblemente, la mejor noticia de un curso farmacéutico para olvidar.