Siempre que se inicia un nuevo año todo parece trufado de buenos deseos. Una especie de borrón y cuenta nueva para empezar a escribir en un nuevo cuaderno de páginas aún inmaculadas. Sin embargo, pasada la euforia de cambiar los dígitos del nuevo año, la realidad es la que hay. Y, con la vista puesta en este 2010, parece que el año que hemos comenzado no será para tirar cohetes. Y, sobre todo, que las páginas inmaculadas no son tales y, de cuando en cuando, aparecen tachones heredados del año precedente.
El sector no escapa a esta situación. Así, por ejemplo, los titulares de oficina de farmacia españoles se van a encontrar de buenas a primeras con unos cuantos garabatos en las primeras páginas. La situación económica no es boyante y ahí siguen el Real Decreto 5/2000 y el Real Decreto de Mutualidades. Dos tachones que recuerdan día tras día a los farmacéuticos españoles que, además de llevar a cabo una labor sanitaria fundamental para la sociedad, tienen que arrimar aún más el hombro para que el sistema no se venga abajo. Un hombro que está dolorido por la pérdida de rentabilidad endémica como consecuencia de las constantes reducciones de los márgenes y, como no podía ser de otra forma, por la crisis económica que afecta a todo hijo de vecino. También en las primeras páginas ha caído una mancha de tinta: una Orden de Precios de Referencia que, a pesar de que en un principio da por finiquitada la revisión semestral, vuelve a depositar la incertidumbre en el sector. ¿Qué ha pasado con las peticiones que se han realizado?
Y si estas primeras páginas presentan estos borrones, las últimas… Asustan. Los presupuestos son como son, y si en 2009 ya hubo problemas para cobrar las facturas de la farmacia, este año no queremos ni imaginar cuándo se acabará el dinero. Pese a todo, feliz 2010.