Corren tiempos difíciles. Eso es algo, tal vez lo poco pero lo principal, en lo que están de acuerdo todos los representantes de la farmacia española. Ésta debe ser la premisa y la luz que guíe todas las actuaciones que de aquí en adelante lleven a cabo estos representantes del sector. Y cuando decimos representantes del sector nos referimos a todos: desde el Consejo General a las patronales de oficinas de farmacia; desde los colegios provinciales a los mandatarios de las cooperativas de distribución. Todos deben tener claro eso, que los tiempos no son todo lo buenos que se desearía y que, por encima de desavenencias (personales, profesionales o institucionales), disputas, actuaciones incomprendidas, omisiones dolorosas o rencillas que se remontan a hace muchísimos años, se encuentran los farmacéuticos españoles que, al fin y al cabo, son los que están pagando el pato (y lo de pagar no es una metáfora) desde hace más de una década.
Por ese motivo, nos parecería oportuno que se abriese un momento de reflexión en todas las instituciones farmacéuticas para pararse por un momento y pensar hacia dónde se va y hacia dónde se quiere ir. Nos parece correcto que el Consejo General saque a relucir el papel gestor del farmacéutico y pida que se le dote de las atribuciones y compensaciones necesarias para ayudar al control del gasto. También nos parece adecuado que desde FEFE se lance un aviso a las administraciones públicas de que no se puede pedir colaboración para luego golpear con el mazo del recorte al que la ha prestado. O que desde los distintos colegios provinciales se planteen alternativas como la disminución de guardias, su retribución, la creación de una cartera de servicios, la negociación de nuevos convenios con las distintas consejerías de Sanidad…
Sí, todos ellos demuestran que están dispuestos a remar para conseguir lo mejor para los farmacéuticos españoles. Eso sí, se debe conseguir que todos remen en la misma dirección, o por lo menos que no se den con el remo los unos a los otros.
