Los primeros pasos de Carmen Peña al frente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos no pueden ser más prometedores. La visión que tiene Peña de lo que debe ser la profesión farmacéutica demuestra que sabe de qué habla y pone de manifiesto que la elección de los profesionales farmacéuticos para que represente sus intereses fue del todo acertada. La responsable de la máxima institución farmacéutica española y vicepresidenta de la Federación Internacional Farmacéutica (FIB) puso de manifiesto su conocimiento profundo de la profesión durante el reciente congreso de esta organización celebrado en Estambul al poner encima de la mesa uno de los retos que los profesionales farmacéuticos tienen que afrontar, obligatoriamente, en el transcurso de los próximos años: fijar una estrategia común en aras de velar por el desarrollo profesional del farmacéutico y en aras de llevar a cabo con la mayor eficacia posible la labor asistencial al paciente.
Peña es consciente de que, a pesar de que cada país tiene sus particularidades farmacéuticas, el futuro se encuentra en alcanzar una filosofía común que sea reconocible y aplicable a todos los profesionales farmacéuticos del mundo. La profesión debe velar por defender sus intereses en cada uno de los países, pero no debe olvidar que, en un mundo globalizado, la amplitud de miras y abrir las ventanas al exterior es el mejor camino para consolidar esta profesión.
Y dentro de esa visión interna y externa, Peña es consciente de que el papel del profesional farmacéutico está ligado al del resto de los profesionales sanitarios. Un papel que, defendiendo los espacios propios y fomentando el acercamiento y el trabajo codo a codo en los comunes, debe consolidar a los profesionales sanitarios en el lugar que les corresponde, que no es otro que el Sistema Nacional de Salud. Y todo ello con un objetivo común: el paciente.