Resultará raro hablar del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos sin referirse a Pedro Capilla. El sempiterno presidente de esta institución bromeaba continuamente sobre su retirada, algo que siempre parecía próximo pero que, a medida que se acercaba se alejaba todavía más. Pedro ha sido más que un presidente para la institución farmacéutica. Ha sido la imagen de la farmacia española durante más de dos décadas. Con sus aciertos y sus errores. Con sus manías y sus valores. En definitiva, con su estilo propio. Un estilo que con la llegada de Carmen Peña a la presidencia de la máxima institución farmacéutica de nuestro país cambiará. Sin duda.
Así lo señala la propia Peña, que ha querido dejar claro que, a pesar de haber sido la mano derecha de Capilla durante 12 años, su estilo, sus formas y, en definitiva, su generación, es diferente a la de su predecesor. Eso sí, no se tratará de un episodio como el de Marco Junio Bruto y Julio César. Peña es inteligente y sabe que las cosas que se han hecho bien durante todos estos años, y de las que ella también tiene gran parte de responsabilidad, hay que mantenerlas y avanzar en ellas. Otra cosa diferente serán las que vengan de nuevas, que se afrontarán, según ella, con un espíritu renovado y con un equipo en el que se ha insuflado savia nueva.
Entre las cosas nuevas que vengan estarán siempre, como no podría ser de otra forma, las críticas. Y ahí Peña también ha marcado su territorio: hay que buscar lo que une a los farmacéuticos y no lo que les separa. Una declaración de intenciones inteligente porque la farmacia española necesita la unión de todos y, por ese motivo, rencillas aparte, se hace necesario tender puentes que el tiempo ha dejado maltrechos. Un ejemplo de esos puentes fueron sus primeras palabras como presidenta electa: el CGCOF necesita la colaboración de los colegios provinciales.