En los últimos años estamos asistiendo a una pérdida de competitividad en el ámbito farmacéutico en Europa que amenaza con pasar una importante factura. En el terreno laboral de mano de obra poco cualificada, hace mucho que el Viejo Continente dejó de ser competitivo. Más recientemente, incluso la mano de obra cualificada y la investigación se ha ido trasladando a países del Este de Europa así como a los países emergentes. Incluso la última de las características que Europa podía ofrecer a la industria farmacéutica, es decir, la fortaleza de un mercado importante, se está perdiendo. Tanto por cuestiones de control de precios como por la dispersión regulatoria existente. Europa, tal y como explica a EG Luis Mora, director general de Pharmamar ha dejado de ser competitiva. En el ámbito regulatorio no hemos conseguido un mercado único que cumpla con las expectativas del sector. Según denuncia Mora, transcurren tres años hasta conseguir lanzar un producto en el último país de Europa. Un tiempo que se va reduciendo de los periodos de exclusividad que otorgan las patentes. Pero no hay que irse tan lejos. Incluso dentro de un mismo país, como España, la comercialización efectiva de un medicamento puede diferir mucho en el tiempo entre las diferentes comunidades autónomas. A ello hay que añadir el retraso inicial que se produce en España para el lanzamiento de los medicamentos, un retraso crónico y que ni siquiera la actualización de la Directiva de Transparencia va a poder solucionar, tal y como explicó la semana pasada la directora general de Cartera Básica de Servicios del SNS y Farmacia, Sagrario Pérez. Si Europa no es capaz de ofrecer costes de producción competitivos a las compañías, si tampoco puede ofrecer una cualificación profesional de sus trabajadores muy superior a la de otros países competidores y, si por último tampoco es capaz de generar ventajas competitivas en precio y tiempos de lanzamiento, dejará de ser una prioridad para este sector. Y, entonces, nos lamentaremos. | viernes, 16 de marzo de 2012 h |