La crisis económica que estamos viviendo y que ya está próxima a cumplir cuatro años, nos debería forzar a mejorar los sistemas de diagnóstico acerca de los problemas económicos y financieros con el objetivo de poder implantar aquéllas medidas que verdaderamente sean efectivas. En estos años, se ha combatido la crisis incrementando el gasto público para estimular el tejido productivo, creando un problema posterior que ha generado la necesidad de reducir, ahora, al mínimo ese gasto. Es decir, se han tomado medidas sin pensar adecuadamente sus consecuencias. En el ámbito estrictamente del gasto sanitario, también podríamos hablar de tomas de medidas improvisadas y sin tener en cuenta el futuro. En este sentido, según una encuesta presentada en la Conferencia Pharmaceutical Pricing and Reimbursement Information (PPRI), en la mayor parte de los países europeos se han puesto en marcha un mínimo de tres medidas diferentes en los últimos 24 meses. Y algunos de ellos como Portugal, Letonia, Lituania y, por supuesto, España, han puesto en marcha al menos cinco tipos de medidas diferentes en este tiempo. De todas las medidas implantadas en los distintos países europeos las únicas que no han sido adoptadas en España han sido precisamente aquéllas dirigidas a moderar la demanda: Incremento del IVA, listados de reembolsos y desfinanciación así como copagos. Por todo ello, y a pesar de que en nuestro país ha habido hiperprescripción de medidas de control del gasto, al haber sido puestas en marcha de una forma improvisada y sin atajar una de las raíces del problema, seguimos inmersos en las mismas dificultades. Mucho nos tememos que tras incidir en las medidas sobre la oferta, y crear un problema en todo el sector, se tenga finalmente que virar el rumbo y empezar a mirar al lado de la demanda. En ese momento, al igual que en ámbito económico más general, ya habrá pasado un tiempo precioso que podría incluso condicionar el resultado de las nuevas medidas. | viernes, 04 de noviembre de 2011 h |