| viernes, 08 de octubre de 2010 h |

Sabemos, porque muestras suficientes de ello han dado a lo largo de los años, que la mayor parte de los representantes de la farmacia, la distribución y la industria tienen pánico a la política. O, mejor dicho, a hacer cualquier tipo de declaración, comentario o insinuación que pueda ser interpretada como una crítica a gobernantes, oposición, ministros, secretarios de Estado, presidentes autonómicos, consejeros de Sanidad, sub-algos, vice-no-sé-qués, director-de-no-sé-cuántos o cualquiera que pueda actuar, incitar a actuar, opinar para que se actúe, opinar y que no se actúe o decir que puede actuar y no tener capacidad sobre cualquiera de los agentes del sector. Sí, el miedo es libre, por supuesto, pero si hay miedo, lo mejor es pasarlo en casa. Al menos, no se nota. Y es que, son los gobernantes y los políticos los que tienen que dar respuestas, los que están al servicio del ciudadano y no al contrario. Bien es cierto que es complicado asimilar este concepto, pero en muchas ocasiones olvidamos que podemos tener la sartén por el mango.

Ejemplos de ello ya hemos dicho que hay muchos, y cada semana nos encontramos con un par de ellos. La semana pasada, por ejemplo, vimos como el presidente de los farmacéuticos catalanes, Jordi de Dalmases, persona que siempre ha dicho que no quiere que se le vincule a la política, volvía a caer en el mismo error. ¿Cuál? Vincularse a la política. Y es que, cuando alguien acuerda la creación de una cartera de servicios remunerada (algo con lo que estamos totalmente de acuerdo pero siempre que económicamente sea viable y, evidentemente, en estos momentos no lo es) sin tener en cuenta que no puede ser remunerada pueden suceder dos cosas: o se es muy inocente o, con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, se quiere repartir balones de oxígeno. Pasa lo mismo con el retraso en el pago del 70 por ciento de las facturas correspondientes al mes de agosto. Se fija un plazo para protestar: el 28 de noviembre. Vaya, justo el día de las elecciones. Y después de éstas… Pues nada señor De Dalmases, cuatro años más con el miedo en el cuerpo.