Que lo que importa es el viaje y no el destino lo sabíamos desde que Ulises salió de Ítaca. Lo recordó Bernat Soria el día que traspasó la cartera a Trinidad Jiménez. Lo que desconocíamos es que este momento suponía el inicio de una particular procesión. Comienza con la entrada en Jerusalén: “Es el día que llegas, Trini, al ministerio: te reciben con palmas, ramas de olivo. Todo son felicitaciones, pero al día siguiente es el Lunes de Pasión; empieza una larga tortura que acaba en la muerte, que es cuando te comunican el cese“. Pero después de la muerte viene la resurrección. Y Soria pudo comprobar que no hacen falta tres días. A él le bastaron cinco minutos, durante los cuales empezó a recibir llamadas de familiares, amigos y consejeros. Soria se fue entre aplausos, sin olvidarse de aquellos que le han acompañado en ese vía crucis tan particular. “Si no les importa —dijo, sacando una cámara de fotos y enfocándola a los medios gráficos— muévanse un poquito…”.