Trinidad Jiménez pasó la primera mitad de su mandato enfrascada en la gripe A

Este año pasará a la historia como el de las medidas más duras contra el sector

| 2010-10-22T16:57:00+02:00 h |

redacción

Madrid

El paso de Trinidad Jiménez por el Ministerio de Sanidad, de sólo año y medio, será recordado socialmente por la gripe A; electoralmente por su derrota frente a Tomás Gómez en las primarias del PSM; y profesionalmente por los recortes a través de los dos ‘decretazos’ que en poco más de un mes y medio perpetró contra el sector. Institucionalmente, tampoco pudo aprobar el pacto sanitario que fue lanzado por Bernat Soria hace ahora ya dos años, aunque firmó el pacto unánime del 18 de marzo. Ése es su balance al frente de un ministerio cuya primera ‘S’ nunca fue su principal preocupación. Para eso ya tenía a sus subordinados: José Martínez Olmos y Alfonso Jiménez Palacios.

Jiménez llegó al Ministerio de Sanidad el 8 de abril de 2009, apenas unos días antes de que saltara la alerta mundial por la gripe A. El asunto la ocupó y preocupó a lo largo de todo el año, y permitió que se ganase el reconocimiento de toda la sociedad, del sector e incluso de la oposición. La importancia de la alarma creada justificaba la ausencia, no tanto física sino mental, de la ministra en temas de interés para el sector.

Ella y todo su gabinete estaban volcados en la pandemia. Y le vino bien, porque le permitió un mayor tiempo de adaptación a una materia desconocida para ella. Pero poco más hizo durante ese primer tramo de su presencia en el Paseo del Prado 18.

Los ‘decretazos’

Posteriormente, llegó la fase de la crisis económica en la sanidad, que tuvo su momento culmen el 18 de marzo pasado con la reunión del Consejo Interterritorial. Una reunión en la que se dieron las directrices para elaborar el primero de los ‘decretazos’, el RDL 4/2010. Según Sanidad, el RDL buscaba la sostenibilidad del sistema sin afectar a la innovación.

Pero este argumento duró poco, ya que el 12 de mayo los hechos del presidente José Luis Rodríguez Zapatero desdecían sus palabras como ministra, con el destape del segundo de los ‘decretazos’ para el sector. Ahora ya no era posible la defensa de la innovación, ya que una de las medidas que Jiménez tuvo que oír por primera vez esa misma mañana de mayo fue que se iban a reducir los precios de los medicamentos fuera del Sistema de Precios de Referencia. Es decir, que la reducción afectaría a los innovadores.

Éste fue el detonante de un tremendo enfado por parte de Farmaindustria y los laboratorios afectados, cuestión a la que Jiménez también ha dedicado su tiempo en los últimos meses. Un trabajo que culminó con la recepción que el presidente del Gobierno brindó en La Moncloa a la cúpula de la patronal farmacéutica y la promesa de un Plan Sectorial para la industria que, a su salida del ministerio, Jiménez también deja sin firmar.

De no ser por los efectos de los dos ‘decretazos’, los 18 meses al frente de Sanidad habrían sido anodinos para el sector, especialmente en el ámbito del desarrollo legislativo. En realidad, toda la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero lo es, ya que si se excluyen los procedimientos de trámite, como la Orden de Precios de Referencia y los dos RDL, en esta legislatura la actividad legislativa del Ministerio de Sanidad ha sido casi exclusivamente la obligada transposición de directivas europeas. Poco más.

De este modo, están aún pendientes las regulaciones sobre receta médica, que se han sacado del cajón una y otra vez y ahora parece que vuelve a estar dentro, así como los reales decreto de distribución y trazabilidad, que colean casi desde tiempos de Elena Salgado. Igualmente, aún está en el aire el II Plan Estratégico de Política Farmacéutica. Tras más de dos años de retraso aún no se sabe ni cómo ni cuándo estará aprobado, ni si dará tiempo a desarrollarlo a nivel legislativo.

La patata del pacto, a Leire

Por otro lado, Jiménez deja a Pajín un ‘regalo’ que esta alicantina de adopción tendrá que afrontar: hacer realidad el Pacto por la Sanidad en un panorama marcado por las elecciones (no sólo autonómicas), unas diferencias políticas irreconciliables y las necesidades acuciantes en las autonomías.